12.31.2007

Perlas de sabiduría: Milan Kundera



"No tiene ningún mérito portarse bien con otra persona.
(…)
Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existente entre ellos y nosotros.La verdadera bondad del hombre sólo puede manifestarse con absoluta limpieza y libertad en relación con quien no representa fuerza alguna. La verdadera prueba de la moralidad de la humanidad, la más honda (situada a tal profundidad que escapa a nuestra percepción), radica en su relación con aquellos que están a su merced: los animales. Y aquí fue donde se produjo la debacle fundamental del hombre, tan fundamental que de ella se derivan todas las demás."

Milan Kundera

Reflexiones y desvaríos de un loco muy cuerdo: III


No preciso de una bola de cristal para adivinar como acabara todo. Los casquillos cubrirán el suelo donde antes crecía la hierba, el cielo será oscuro como el alma de los hombres. No habrá mas manos que aquellas que amenacen cerradas en un puño, las sonrisas serán algo que no entenderemos al leer sobre ellas en los libros que se salven del fuego… si el inicio de todo cuanto existe comenzó con una gran explosión, la naturaleza cíclica del universo cerrara este cruento acto que el hombre ha convertido en un gran error con otra explosión aun mayor.
Y se esto, por que aun pisando la hierba, hay gente que se afana en cubrirla de casquillos humeantes, por que antes de mirar al cielo, hay quien clava la mirada al suelo mientras aprieta dientes y puños, y porque parece que la sonrisa de antaño solo reluce en el papel inmortal, que sigue infatigable en su tarea de mostrarnos como fue aquello que ya no es.

Azhaag

12.29.2007

Artículo: A oscuras, con la razón como escudo y la lógica por espada

“La única Iglesia que ilumina es la que arde…”
Mago de Oz

Son las tres y cuarto de la mañana, según los creyentes esta es la hora del Diablo, elegida por él para hacer acto de aparición en la tierra (Jesucristo fue crucificado a las tres y cuarto del mediodía, en contraposición, las tres y cuarto de la madrugada es la hora del Diablo). Estoy solo en mi casa, afuera en la calle no se oye nada más que al aire aullando mientras intenta entrar por los cristales de mi habitación y el maullido de algún que otro gato sin ganas de dormir; llevo aproximadamente media hora viendo todo el material posible que guarde relación con los exorcismos practicado por la Iglesia. Casos ignorados por el publico en general y otros conocidos de sobra gracias al magnetismo del cine, como el de Anneliese Michel, llevado a la gran pantalla de forma verdaderamente espectacular (la película que recoge la historia de esta joven fue estrenada con el nombre de “El exorcismo de Emily Rose” (2005). La joven tras pasar por un verdadero tormento, acabó por fallecer, quizá por esto, este caso en particular, ha calado más hondo en la conciencia colectiva, ayudado sin duda por la película.

He buscado este ambiente y estas fotografías para que la sugestión haga de las suyas, para que mi habitación comience a poblarse de ruidos que me sobrecojan, y las sombras parezcan comenzar a moverse a mí alrededor. He moldeado este lóbrego ambiente sobrecargándolo de toda la farándula y el atrezo posible para intentar hacerme dudar de mis creencias. Edward Young dijo que en la noche, hasta un ateo cree en Dios, así que me he puesto a prueba. A mí y a mi razón. En el silencio de mi casa, ya que no voy a molestar a nadie, he cerrado la puerta de mi habitación, solo alumbrada por la luz justa para ver lo que escribo, y me he puesto los videos donde se recogen el audio de las grabaciones reales del exorcismo realizado a la joven Anneliese.
Gritos desgarradores que parecen no terminar, ni necesitar aire para seguir creciendo por momentos. Cambios drásticos en la modulación de la voz de la supuesta posesa, todo ello con un cliché de fotos horribles que muestra el deterioro de la joven mientras los gritos y los alaridos se van sucediendo.
No me concedo un momento de aliento, más videos, más fotos… ahora contemplo el video de un exorcismo en Irak. La joven tumbada sobre la moqueta, envuelta en telas blancas que cubren todo su cuerpo excepto su rostro. En todo lo que dura el video la joven no parpadea, tiene la mirada fija en la cámara. De fondo se oyen los rezos, al llegar a una parte en la cual las oraciones crecen en intensidad, la joven comienza a gritar y a convulsionarse. Sigo sin apartar la vista de la pantalla. Le suceden más videos, todo ellos igual de impactantes, exorcismos sucedidos en Turquía, Francia, España… Llega un momento en que, o bien Internet no tiene más material que ofrecerme, o yo no soy capaz de dar con el… sigo a oscuras, y mantengo en la pantalla la foto de Anneliese, seguirá ahí hasta que no llegue al punto final de este escrito.




Tumbada sobre su cama, con el rostro petrificado en la foto por un rictus de agonía. Quiero verla y que me mire mientras escribo esto.

Llega el momento de ponerme a prueba, de llegar a una deliberación tras haber contemplado todo esto ¿Qué es lo que has visto, Rubén? He visto a una joven convulsionarse, vomitar espumarajos, ladrar como si fuese un perro y gritar como una mala bestia. Tengo que pelar la cebolla, decaparla ¿Qué más has visto? He visto un ambiente religioso girar alrededor de ella, es por ello que la escena cobra sentido ante un exorcista. De producirse la misma escena en un psiquiátrico, el impacto seria considerablemente menor, pues con la ausencia de ese halo de religiosidad la escena es infinitamente menos dantesca, y esa escena es algo normal en los psiquiátricos de medio mundo. La diferencia es que unos se creen Napoleón y otros Belcebú.
Apago la lamparita que hasta hace un momento me daba luz, me valdré de la luminosidad del monitor, necesito sugestionarme más.
Minimizo la ventana y vuelvo a mirar a Annelise a los ojos. Sigue argumentando, me digo. El ser humano. El ser humano y su compleja psique. Los libros de psiquiatría rebosan de fobias y desordenes mentales, hay gente que se lava las manos tras tocar cualquier cosa, hay quien les tiene miedo a los botones o hay quien no soporta quedarse en una habitación cerrada.
Fobias comunes y no tan comunes ¿Cómo no considerar la religión como una fobia más, cuando desde siempre ha causado más pavor que esperanza? Se empeñan en que vea a un ser humano poseído por una deidad malévola, cuando no son capaces de hacerme ver al otro, al bueno de la película.
Vuelvo a mirar a Anneliese. Sus ojos sin brillo, las mejillas moradas de los golpes que ella misma se ha dado, su dentadura dañada de morder las paredes en pleno ataque de locura.
Sigo a oscuras. Ponte en situación, vedlo con sus ojos.
Estoy enfermo, loco, en mi casa me han inculcado desde crío una religión, una promesa de salvación. La ciencia ha quedado renegada a un segundo plano, eclipsada por la ancha sombra de Dios.
No comprendo mi enfermedad, ¿acaso hay algún loco que sea consciente de su locura?
La solución se presenta ante mí con un alzacuello blanco y un libro en las manos.

Me han convertido en un espejo durante años de adoctrinaje en el cual han reflejado sus propias creencias ¿Cómo no creerme bajo la influencia del maligno? Estímulo y respuesta. Es mero conductismo. Nadie puede mostrar la existencia de Dios, mostremos pues la del Diablo, la gente asociará la dicotomía del asunto; si existe el Diablo, ¿cómo no va a existir Dios?
Por mucho que se empeñe Edward Young, sigo a oscuras, y vuelvo a abrir la foto de Anneliese, y aun veo el rostro de una persona enferma, de una victima del fanatismo. Asesinada a base de padrenuestros y agua bendita.
Amén…

Azhaag

Música: Nos sobran los motivos, de Joaquín Sabina


El más claro ejemplo de esa raza de la que apenas quedan cuatro o cinco especimenes, el homo poeta urbanus. Son raros de ver, de hábitos nocturnos, y con suerte lo mismo te podrías sentar junto a ellos en la barra de un bar, y entre cerveza y cerveza, no caerías en la cuenta de que estas junto a uno. Su verdadera naturaleza sale a relucir solo cuando se deja oír su voz, y lo que esta tiene a bien contarnos.
Joaquín Sabina (Jaén, 1949), maestro de la vieja escuela, y Andaluz, que rara vez suelo subrayar el origen de nadie, pero cuando la tierra de uno pare a un gigante acaba por poderme el orgullo de decir que servidor nació cerca de la tierra que alumbró a uno de los grandes de la música de ahora y de siempre.


Azhaag

12.23.2007

Perlas de sabiduría: R.L Stevenson


“Vale más vivir y morir de una vez, que no languidecer cada día en nuestra habitación bajo el pretexto de preservarnos.”

“Tanta prisa tenemos por hacer, escribir y dejar oír nuestra voz en el silencio de la eternidad, que olvidamos lo único realmente importante: vivir.”

“Las mentiras más crueles se dicen a menudo en silencio.”

“Lo que sucede en diez minutos es algo que excede a todo el vocabulario de Shakespeare.”

“Lo importante no es llegar sino ir.”

“Quiéreme cuando menos me lo merezca porque será cuando más lo necesite.”

R.L Stevenson

12.21.2007

Artículo: Duelo de titanes, Ali VS Tyson

“Si he visto más lejos ha sido porque he subido a hombros de gigantes.”
Isaac Newton

Uno tiene magia en sus pies, el otro fuego en la mirada. Uno parece ser capaz de flotar y desaparecer de delante tuya, el otro parece ser capaz de talar un árbol a base de golpes.
Son la dicotomía perfecta, la gracia y la fuerza, la velocidad y la pegada. El tiempo, para enojo de los amantes del boxeo, se ocupó de ponerlos bien distanciados uno del otro, para que nunca se pudiese salir de dudas en cuanto a quien resultaría vencedor de chocar estos dos titanes. Son como el doctor Jekyll y Mr Hyde, era imposible que ambos estuviesen en la misma habitación al mismo tiempo. ¿Quién vencería? ¿La elegancia de Muhammad Ali, su capacidad para mermar psicológicamente a cualquier oponente a base de colar en su defensa decenas de golpes a la velocidad del rayo, o por el contrario la fuerza indómita de Tyson, que rompía guardias a base de hachazos lanzados con igual de eficacia tanto con la izquierda como con la derecha? El aire alrededor de ellos parecía vibrar, tenían demasiado talento, demasiado potencial.

Estoy convencido de que de haberse podido celebrar dicha contienda, de haber coincidido los dos en la misma época, ambos estarían aun combatiendo. Ninguno hubiera sido capaz de tumbar al otro, ninguno se hubiese rendido. Aun seguirían frente a frente.
Por eso el tiempo, siempre tan previsor, se resolvió a separar a ambos por espacio de años de distancia, ya que hay preguntas, que lejos de no tener una respuesta, simplemente es mejor no intentar dar con ellas.
Soy una persona con cierta imaginación para plantear en mi cabeza escenas o situaciones y dotarlas de un final, pero por mucho que me esfuerzo nunca consigo darle un final a la idea de un enfrentamiento entre estos dos hombres. Es decir, fíjense por ejemplo en el minuto 3:44, un Muhammad Ali con la guardia a la altura de la cintura y esquivando los golpes del otro púgil que esta a cuarenta centímetros de su nariz. Miren el segundo en que la cámara capta la mirada del otro boxeador, que contempla asombrado como no puede ni siquiera encontrar a Ali. Esa situación duele más que cualquier golpe recibido, tienes delante de ti a un hombre que te esta venciendo, que te esta destrozando la moral sin lanzar un puñetazo. Y ahora miren, y comparen, el minuto 6:51 del video, Tyson mandando a la lona a otro boxeador que le gana en altura, posiblemente en peso, pero en absoluto en la confianza y seguridad con la que Tyson hacia lo que mejor sabia hacer, destruir a cualquiera que se interpusiera entre él y la victoria.
¿Cómo darle un final convincente a este cuento que tantos quisimos que nos contaran? Lo dicho, si cierro los ojos e intento imaginarle un final a esta gloriosa gesta, aun los veo peleando, con el palco de butacas vacío y las manecillas del reloj ya detenidas cansadas de girar sin fin.




Azhaag

12.20.2007

Microrelato: Suicidio, o morir por error, de Dulce Chacón


Dulce Chacón (1954-2003) escritora española muy prolífica (novela, poesía, teatro…) fallecida el 3 de Diciembre del 2003 a causa de un cáncer. Con esto quisiera rendirle un pequeño y sentido homenaje recordando uno de sus geniales microrelatos.



Suicidio, o morir por error

Antes de estrellarse con el suelo, la miró con asombro.
Saltaremos juntos –le había asegurado la bella bellísima-.
Una. Dos. Y tres. Y el se precipitó. Y la bella bellísima le soltó la mano.
Y desde lo alto, asomada bellísima en azul, le juro que le amaría hasta la muerte.

Dulce Chacón

Música: Oceans of Time, de Axel Rudi Pell


Axel Rudi Pell (Alemania, 1960) comenzó su andadura en solitario tras dejar la banda Steeler, y la jugada le salio bien, ya que ha cosechado multitud de aplausos por sus más de diez discos ya publicados, llegando a consolidarse como todo un icono dentro del Heavy Metal Melódico.
Oceans of time, es el tema que da nombre al disco de homónimo titulo, publicado en 1998, y por el cual parecen no pasar los años, ya que sigue sonando tan bien como el primer día.





Azhaag

12.14.2007

Cine: City Lights (1931)

“A veces los ojos nos impiden ver…”

Definamos el genio… venga, esfuércense ¿No se atreven?
Para mi el genio es aquel que logra lo que nadie más puede hacer.
A la risa y al llanto se supone que las separa un abismo, parece que cuando ambas nacieron, quien sabe si de la misma madre, estas fueron separadas y distanciadas una de otra por muchos kilómetros. Por eso, unirlas a ambas en una escena, en un párrafo o en una pincelada es una tarea muy difícil, pero Charles Chaplin era uno de los maestros dentro de la materia, y parecía poder lograrlo sin esfuerzo alguno.
City Lights (1931), es un claro ejemplo de que lo que se nos antoja irrealizable puede conseguirse si se ponen manos a la obra genios de la talla de Chaplin. La película esta repleta de escenas del todo memorables, situaciones desternillantes donde uno no puede parar de reír y otras, en apenas unos minutos de diferencia entre escena y escena, nos llevan por otras lindes, momentos del todo dramáticos, cargados de esa magia que irradia el blanco y el negro.

La historia es simple, por eso es perfecta. Como todas las escritas por Chaplin, no precisaba de complejas tramas para que su talento quedara reflejado en la pantalla. Chaplin, el eterno vagabundo, conoce a una vendedora de flores ciega, y queda prendado de ella. Tras esto, valiéndose de todo cuanto tenga en su mano, intentará lograr obtener dinero para que la joven pueda operarse de la vista.
He dado con un video en youtube, hecho por Jlotr, para el que solo tengo halagos, pues recoge las escenas más conmovedoras de la película... y la canción elegida se adapta como un guante también.
Os dejo con el…



Si me pidieran salvar solo una escena de un fuego inquisidor que quisiera sumir en el olvido a esta película, sin dudarlo un instante me quedaría con la última, cuando la joven, tras recupera la vista, y al coger la mano de él, se da cuenta de quien es.

“-¿Ahora ya ves?

-Si, ahora ya veo…”


Una mujer, un hombre, una flor, una sonrisa y una mirada… el genio no precisa de más para demostrar por que solo él es capaz de hacer lo que nadie más puede lograr.


Azhaag

Microrelato: Diálogo sobre un diálogo, de J.L Borges


A- Distraídos en razonar la inmortalidad, habíamos dejado que anocheciera sin encender la lámpara. No nos veíamos las caras. Con una indiferencia y una dulzura más convincentes que el fervor, la voz de Macedonio Fernández repetía que el alma es inmortal. Me aseguraba que la muerte del cuerpo es del todo insignificante y que morirse tiene que ser el hecho más nulo que puede sucederle a un hombre. Yo jugaba con la navaja de Macedonio; la abría y la cerraba. Un acordeón vecino despachaba infinitamente la Cumparsita, esa pamplina consternada que les gusta a muchas personas, porque les mintieron que es vieja... Yo le propuse a Macedonio que nos suicidáramos, para discutir sin estorbo.

Z (burlón)- Pero sospecho que al final no se resolvieron.

A (ya en plena mística)- Francamente, no recuerdo si esa noche nos suicidamos.

Jorge Luis Borges

12.12.2007

Reflexiones y desvaríos de un loco muy cuerdo: II

“Después de todo, hay hombres
que no fui, y sin embargo,
quise ser…”

Mario Benedetti

Me admiro y me reniego, me gustaría a veces ser otro, aunque solo sea por un instante.
Tener cualidades que, o bien son innatas, o jamás podrás llegar a alcanzar por mucho que te pongas de puntillas. La fuerza de los gigantes, la de Martín Luther King, el genio de los virtuosos ante la hoja en blanco, ya sea el de Shakespeare o el de Borges.
Me hubiese gustado estar en los ojos de Neil Armstrong, para poder haber visto el mundo flotar en la oscuridad allá en lo alto. Estar por un instante en las manos y en los labios de Casanova, por donde tantas mujeres se pasearon.
Tener el temple de un soldado anónimo en plena segunda guerra mundial, o el valor de todas aquellas personas de a pie, que día a día, tejen con sus actos historias y hechos que admirar en un futuro. Puestos a rogar, a pedir a ese Dios que nunca concede nada; me hubiese encantado haber podido decir esto…





Azhaag

12.08.2007

Música: You are the best, de Joe Esposito


Temazo de los 80, You are the best, de Joe Esposito.
El tema se dio a conocer como parte de la BSO de la celebre película Karate Kid. Daba igual que Daniel San tuviera menos idea de artes marciales que una monja de clausura, lo cual quedaba reflejado de forma penosa en la película, el caso es que con este tema sonando de fondo, hasta los ridículos golpes del canijo discípulo del señor Miyagi resultaban emocionantes. (Pat Morita interpretaba al celebre sensei, y fue el primer actor estadounidense de origen asiático en ser candidato a un Oscar, por su papel en la primera película de la saga)




Azhaag

Reflexiones y desvaríos de un loco muy cuerdo: I


Acostumbro a leer frente a un espejo, para que yo pueda sumergirme de lleno en la historia, y la figura del otro lado se centre en localizar los entresijos de la escritura, los componentes de los que se ha valido el autor para crear atmósfera, personajes, sensaciones, diálogos… la aplicada figura del espejo se encarga de desmontar cada página, pieza a pieza, como si de un complejo reloj suizo se tratara.
Y viendo los engranajes y resortes de la obra, viendo como palpita su corazón, es como intento aprender a escribir…

Azhaag

12.05.2007

Poesía: Rudjard Kipling



El librito es endeble, con un nervio famélico que sostiene unas menguadas 20 páginas pequeñitas, venía como parte de una colección de relatos y poesías que regalaban con el periódico. La portada de lo simple que es llega a resultar incluso vulgar, unas letras negras sobre un fondo completamente blanco. En él se puede leer, “Rudyard Kipling, selección de poemas y cuentos”. Simple, muy simple. Pero no por ello lo he retirado de mi biblioteca, pues por una razon que hasta hace cosa de unas semanas había olvidado por completo, se merecía estar donde está, rodeado de colosos y gigantes de profusas paginas y robustas encuadernaciones, al lado de ellos parece todo un alfeñique.
A veces pasa, sabemos que hemos leído algo, sabemos que lo escuchado nos suena. Que no es la primera vez que lo oímos, pero sin embargo, el constante bullir de información que tenemos en la cabeza nos impide dar con el lugar de origen del escrito en cuestión. Es entonces cuando miramos a aquellos viejos libros, los menguados y famélicos, pidiéndoles por favor que nos indiquen la pagina en la que se encuentra ese texto en cuestión. Unas veces ceden, otras les puede el orgullo y los muy hijos de Gutenberg se callan. Este habló… y de buena gana, orgulloso de volver a abrirse delante de mi napia y mostrarme aquello que andaba buscando.
Estoy convencido de que el poema que os pongo a continuación os sonara, de momento os dejo con él.

Si

Si guardas en tu puesto, la cabeza tranquila,
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca, las dudas que ellos tengan.


Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.
Si engañado, no engañas,
Si no buscas más odio, que el odio que te tengan...


Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres,
Si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.


Si tropiezas el triunfo, si llega tu derrota,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofismo del orbe encanallado.


Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre, a la suerte de un día,
y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.


Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aun después de su fuga, de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada,
porque tú lo deseas y lo quieres, y mandas.


Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llegue a hacerte la herida,
Si todos te reclaman y ninguno te precisa.


Si llenas un minuto envidiable y cierto,
de sesenta segundos que te lleven al cielo....
Todo lo de esta tierra, será de tu dominio,
y mucho mas aún,
serás hombre, hijo mío.

Rudyard Kipling

Se ha convertido ¿por meritos propios?, más bien por meritos ajenos, en un gran anuncio que embellece de vez en cuando el resto de publicidad insulsa que rebosa la televisión. El spot en cuestión es este.






Azhaag

12.02.2007

Poesía: Poesía amiga

El amigo Juanqui ya debutó en el blog guitarra en mano, y lo hizo con nota. Ahora vuelve con el boli Bic tras la oreja y un puñado de folios repletos de buena poesía que mostrarnos.
Debido a la cantidad, he seleccionado yo una que me ha parecido genial, y Juanqui ha elegido a una de sus criaturas que le tiene especial cariño. Dos en total, si no me fallan las cuentas, que os muestro a continuación.


SIN ATADURAS

¿Por qué no mirar lo invisible?
¿Por qué no escuchar ruidos sordos?
¿Por qué si obedeces a tu instinto
te tachan de amigo del morbo?

¿Por qué no puedo alimentarme
De ganas de continuar
Proyectando mi vida en líneas
En las que no pueda pisar?

¿Por qué al despertar siempre hay rumbo,
Y nunca puedo improvisar
Prendiendo el motor de mi mente
Y la rutina colapsar?

¿Por qué no me dejas seguir
Viviendo en un pedestal?
¿Por qué te empeñas en derribarme
Cuando me intento levantar?

Déjame buscar el oro de Lincolm
Debajo de un sillón
Déjame dibujar mi cara
En un reloj

Aléjate de mi alma
En estado de shock
Y no busques explicaciones
A los actos de mi razón


***


EL VIAJE CONTINÚA

Hoy estoy feliz
He visto hombrecillos bailar
Hoy quiero reír
He sentido el poder una vez más

La ruleta ha girado
Rusa de nacimiento
Hoy no me ha tocado

La diligencia ha pasado
Ha seguido su camino
Y en tierra me ha dejado

Tierra de nadie
Tierra de todos
Plaza inmune llena de lobos

La vida me ha sorprendido
Con colores que palpar
Pero se le olvido decirme
Que todo era artificial

Ha acabado todo
Y la he conocido a ella
Me ha enseñado un resplandor
Mas allá de la botella

A unos metros de la gloria
He sentido bien su esencia
Pero luego he descubierto
Que solo era mi conciencia

Tan inútil y cobarde como yo
No ha dudado en salir corriendo
Me ha dejado solo
Acabado pero riendo

He saltado de alegría
Y no he temblado al encender
El cielo que me cubría
Hoy he visto amanecer

Oigo voces que me incitan
A volver la vista atrás
Solo es una vieja amiga
Y me deja pronto en paz

Hoy quiero ser feliz
Sin saber donde pisar
Hoy quiero sonreír
Al saber que no te irás

Dirty Dog

12.01.2007

Perlas de sabiduría: El viajero y su sombra


Contemplo y admiro la paciencia como culmen de todas las virtudes. Vista desde fuera, desde los ojos de quien observa al pescador silencioso frente a su caña echada al mar, parece no conllevar demasiada complejidad su puesta en práctica. Sin embargo, los minutos cuesta sobrellevarlos con la tranquilidad suficiente para que el angosto paso de los segundos no nos haga enloquecer.

Una virtud, la virtud, que puede mostrarse con mil mascaras ante los ojos de quien la observa. Hace unas horas, releyendo “El viajero y su sombra” de Nietzsche, me encontré con una de las apariencias más poéticas que la paciencia puede escoger para mostrarse ante el impaciente hombre.

“176. Los pacientes. – El pino parece escuchar, el abeto parece esperar, y ninguno muestra impaciencia; no piensan en ese hombrecillo que, a sus pies, parece estar devorado por la impaciencia y la curiosidad.”

Nietzsche siempre me descoloca con reflexiones o pinceladas tan sutiles y evocadoras como la que os muestro… es un escritor… polivalente creo que es la palabra. Con la suficiente capacidad para ser un incomprendido a ratos, o todo un poeta cuando arroja algo más de luz sobre la oscuridad que siempre parece pesar sobre su obra, la cual es de todo, menos de fácil lectura.

Azhaag

11.27.2007

Microrelato: La lección más importante


El joven alzó la cabeza y fue a decir algo, pero en cuestión de un segundo, el sabio lo calló con un gesto severo de su mano.

-Ssssssssh… guarda silencio ¿Es que no lo oyes?

El joven contuvo hasta la respiración, y miró en derredor buscando aquello que su maestro le increpaba por no oír.

-No oigo nada, maestro –reconoció el joven.

-Necio… guarda silencio hasta que alcances a oírlo –le ordenó.

Y el joven aun sigue en silencio sobre la roca que desde hace años le sirve de trono. Su barba y sus cabellos han crecido, sus ropas se han degradado a roñosos harapos.
Ha soportado impasible las más feroces tormentas y los vientos más huracanados, los miles de soles que ha visto salir han llegado a derretir su sombra, y la luna de cada noche lo mira con curiosidad, pues aun yace sentado, a la espera de alcanzar a escuchar todo cuanto tiene que decirle el mundo.

Azhaag

11.11.2007

Relato: La bestia en la cueva - H.P Lovecraft


Un relato sobrecogedor, angustioso… escrito en 1904, en plena adolescencia del genio del terror. Fue publicado por primera vez en la revista Vagrant, en 1918.
Os dejo sumidos en la oscuridad de la cueva, con el único ruido de una respiración resonando en las húmedas paredes de esta gruta, una respiración que no es la vuestra, y que sin duda se acerca cada vez más a vosotros…

La bestia en la cueva

La horrible conclusión que se había ido abriendo camino en mi espíritu de manera gradual era ahora una terrible certeza. Estaba perdido por completo, perdido sin esperanza en el amplio y laberíntico recinto de la caverna de Mamut. Dirigiese a donde dirigiese mi esforzada vista, no podía encontrar ningún objeto que me sirviese de punto de referencia para alcanzar el camino de salida. No podía mi razón albergar la más ligera esperanza de volver jamás a contemplar la bendita luz del día, ni de pasear por los valles y las colinas agradables del hermoso mundo exterior. La esperanza se había desvanecido. A pesar de todo, educado como estaba por una vida entera de estudios filosóficos, obtuve una satisfacción no pequeña de mi conducta desapasionada; porque, aunque había leído con frecuencia sobre el salvaje frenesí en el que caían las víctimas de situaciones similares, no experimenté nada de esto, sino que permanecí tranquilo tan pronto como comprendí que estaba perdido.
Tampoco me hizo perder ni por un momento la compostura la idea de que era probable que hubiese vagado hasta más allá de los límites en los que se me buscaría. Si había de morir -reflexioné-, aquella caverna terrible pero majestuosa sería un sepulcro mejor que el que pudiera ofrecerme cualquier cementerio; había en esta concepción una dosis mayor de tranquilidad que de desesperación.

Mi destino final sería perecer de hambre, estaba seguro de ello. Sabía que algunos se habían vuelto locos en circunstancias como esta, pero no acabaría yo así. Yo solo era el causante de mi desgracia: me había separado del grupo de visitantes sin que el guía lo advirtiera; y, después de vagar durante una hora aproximadamente por las galerías prohibidas de la caverna, me encontré incapaz de volver atrás por los mismos vericuetos tortuosos que había seguido desde que abandoné a mis compañeros.
Mi antorcha comenzaba a expirar, pronto estaría envuelto en la negrura total y casi palpable de las entrañas de la tierra. Mientras me encontraba bajo la luz poco firme y evanescente, medité sobre las circunstancias exactas en las que se produciría mi próximo fin. Recordé los relatos que había escuchado sobre la colonia de tuberculosos que establecieron su residencia en estas grutas titánicas, por ver de encontrar la salud en el aire sano, al parecer, del mundo subterráneo, cuya temperatura era uniforme, para su atmósfera e impregnado su ámbito de una apacible quietud; en vez de la salud, habían encontrado una muerte extraña y horrible. Yo había visto las tristes ruinas de sus viviendas defectuosamente construidas, al pasar junto a ellas con el grupo; y me había preguntado qué clase de influencia ejercía sobre alguien tan sano y vigoroso como yo una estancia prolongada en esta caverna inmensa y silenciosa. Y ahora, me dije con lóbrego humor, había llegado mi oportunidad de comprobarlo; si es que la necesidad de alimentos no apresuraba con demasiada rapidez mi salida de este mundo.

Resolví no dejar piedra sin remover, ni desdeñar ningún medio posible de escape, en tanto que se desvanecían en la oscuridad los últimos rayos espasmódicos de mi antorcha; de modo que -apelando a toda la fuerza de mis pulmones- proferí una serie de gritos fuertes, con la esperanza de que mi clamor atrajese la atención del guía. Sin embargo, pensé mientras gritaba que mis llamadas no tenían objeto y que mi voz -aunque magnificada y reflejada por los innumerables muros del negro laberinto que me rodeaba- no alcanzaría más oídos que los míos propios.
Al mismo tiempo, sin embargo, mi atención quedó fijada con un sobresalto al imaginar que escuchaba el suave ruido de pasos aproximándose sobre el rocoso pavimento de la caverna.
¿Estaba a punto de recuperar tan pronto la libertad? ¿Habrían sido entonces vanas todas mis horribles aprensiones? ¿Se habría dado cuenta el guía de mi ausencia no autorizada del grupo y seguiría mi rastro por el laberinto de piedra caliza? Alentado por estas preguntas jubilosas que afloraban en mi imaginación, me hallaba dispuesto a renovar mis gritos con objeto de ser descubierto lo antes posible, cuando, en un instante, mi deleite se convirtió en horror a medida que escuchaba: mi oído, que siempre había sido agudo, y que estaba ahora mucho más agudizado por el completo silencio de la caverna, trajo a mi confusa mente la noción temible e inesperada de que tales pasos no eran los que correspondían a ningún ser humano mortal. Los pasos del guía, que llevaba botas, hubieran sonado en la quietud ultraterrena de aquella región subterránea como una serie de golpes agudos e incisivos. Estos impactos, sin embargo, eran blandos y cautelosos, como producidos por las garras de un felino. Además, al escuchar con atención me pareció distinguir las pisadas de cuatro patas, en lugar de dos pies.
Quedé entonces convencido de que mis gritos habían despertado y atraído a alguna bestia feroz, quizás a un puma que se hubiera extraviado accidentalmente en el interior de la caverna. Consideré que era posible que el Todopoderoso hubiese elegido para mí una muerte más rápida y piadosa que la que me sobrevendría por hambre; sin embargo, el instinto de conservación, que nunca duerme del todo, se agitó en mi seno; y aunque el escapar del peligro que se aproximaba no serviría sino para preservarme para un fin más duro y prolongado, determiné a pesar de todo vender mi vida lo más cara posible. Por muy extraño que pueda parecer, no podía mi mente atribuir al visitante intenciones que no fueran hostiles. Por consiguiente, me quedé muy quieto, con la esperanza de que la bestia -al no escuchar ningún sonido que le sirviera de guía- perdiese el rumbo, como me había sucedido a mí, y pasase de largo a mi lado. Pero no estaba destinada esta esperanza a realizarse: los extraños pasos avanzaban sin titubear, era evidente que el animal sentía mi olor, que sin duda podía seguirse desde una gran distancia en una atmósfera como la caverna, libre por completo de otros efluvios que pudieran distraerlo.

Me di cuenta, por tanto, de que debía estar armado para defenderme de un misterioso e invisible ataque en la oscuridad y tanteé a mi alrededor en busca de los mayores entre los fragmentos de roca que estaban esparcidos por todas partes en el suelo de la caverna, y tomando uno en cada mano para su uso inmediato, esperé con resignación el resultado inevitable. Mientras tanto, las horrendas pisadas de las zarpas se aproximaban. En verdad, era extraña en exceso la conducta de aquella criatura. La mayor parte del tiempo, las pisadas parecían ser las de un cuadrúpedo que caminase con una singular falta de concordancia entre las patas anteriores y posteriores, pero -a intervalos breves y frecuentes- me parecía que tan solo dos patas realizaban el proceso de locomoción. Me preguntaba cuál sería la especie de animal que iba a enfrentarse conmigo; debía tratarse, pensé, de alguna bestia desafortunada que había pagado la curiosidad que la llevó a investigar una de las entradas de la temible gruta con un confinamiento de por vida en sus recintos interminables. Sin duda le servirían de alimento los peces ciegos, murciélagos y ratas de la caverna, así como alguno de los peces que son arrastrados a su interior cada crecida del Río Verde, que comunica de cierta manera oculta con las aguas subterráneas. Ocupé mi terrible vigilia con grotescas conjeturas sobre las alteraciones que podría haber producido la vida en la caverna sobre la estructura física del animal; recordaba la terrible apariencia que atribuía la tradición local a los tuberculosos que allí murieron tras una larga residencia en las profundidades. Entonces recordé con sobresalto que, aunque llegase a abatir a mi antagonista, nunca contemplaría su forma, ya que mi antorcha se había extinguido hacía tiempo y yo estaba por completo desprovisto de fósforos. La tensión de mi mente se hizo entonces tremenda. Mi fantasía dislocada hizo surgir formas terribles y terroríficas de la siniestra oscuridad que me rodeaba y que parecía verdaderamente apretarse en torno de mi cuerpo. Parecía yo a punto de dejar escapar un agudo grito, pero, aunque hubiese sido lo bastante irresponsable para hacer tal cosa, a duras penas habría respondido mi voz. Estaba petrificado, enraizado al lugar en donde me encontraba. Dudaba que pudiera mi mano derecha lanzar el proyectil a la cosa que se acercaba, cuando llegase el momento crucial. Ahora el decidido “pat, pat” de las pisadas estaba casi al alcance de la mano; luego, muy cerca. Podía escuchar la trabajosa respiración del animal y, aunque estaba paralizado por el terror, comprendí que debía de haber recorrido una distancia considerable y que estaba correspondientemente fatigado. De pronto se rompió el hechizo; mi mano, que mi sentido del oído -siempre digno de confianza- lanzó con todas sus fuerzas la piedra afilada hacia el punto en la oscuridad de donde procedía la fuerte respiración, y puedo informar con alegría que casi alcanzó su objetivo: escuché cómo la cosa saltaba y volvía a caer a cierta distancia; allí pareció detenerse.

Después de reajustar la puntería, descargué el segundo proyectil, con mayor efectividad esta vez; escuché caer la criatura, vencida por completo, y permaneció yaciente e inmóvil. Casi agobiado por el alivio que me invadió, me apoyé en la pared. La respiración de la bestia se seguía oyendo, en forma de jadeantes y pesadas inhalaciones y exhalaciones; deduje de ello que no había hecho más que herirla. Y entonces perdí todo deseo de examinarla. Al fin, un miedo supersticioso, irracional, se había manifestado en mi cerebro, y no me acerqué al cuerpo ni continué arrojándole piedras para completar la extinción de su vida. En lugar de esto, corrí a toda velocidad en lo que era -tan aproximadamente como pude juzgarlo en mi condición de frenesí- la dirección por la que había llegado hasta allí. De pronto escuché un sonido, o más bien una sucesión regular de sonidos. Al momento siguiente se habían convertido en una serie de agudos chasquidos metálicos. Esta vez no había duda: era el guía. Entonces grité, aullé, reí incluso de alegría al contemplar en el techo abovedado el débil fulgor que sabía era la luz reflejada de una antorcha que se acercaba. Corrí al encuentro del resplandor y, antes de que pudiese comprender por completo lo que había ocurrido, estaba postrado a los pies del guía y besaba sus botas mientras balbuceaba -a despecho de la orgullosa reserva que es habitual en mí- explicaciones sin sentido, como un idiota. Contaba con frenesí mi terrible historia; y, al mismo tiempo, abrumaba a quien me escuchaba con protestas de gratitud. Volví por último a algo parecido a mi estado normal de conciencia. El guía había advertido mi ausencia al regresar el grupo a la entrada de la caverna y -guiado por su propio sentido intuitivo de la orientación- se había dedicado a explorar a conciencia los pasadizos laterales que se extendían más allá del lugar en el que había hablado conmigo por última vez; y localizó mi posición tras una búsqueda de más de tres horas.

Después de que hubo relatado esto, yo, envalentonado por su antorcha y por su compañía, empecé a reflexionar sobre la extraña bestia a la que había herido a poca distancia de allí, en la oscuridad, y sugerí que averiguásemos, con la ayuda de la antorcha, qué clase de criatura había sido mi víctima. Por consiguiente volví sobre mis pasos, hasta el escenario de la terrible experiencia. Pronto descubrimos en el suelo un objeto blanco, más blanco incluso que la reluciente piedra caliza. Nos acercamos con cautela y dejamos escapar una simultánea exclamación de asombro. Porque éste era el más extraño de todos los monstruos extranaturales que cada uno de nosotros dos hubiera contemplado en la vida. Resultó tratarse de un mono antropoide de grandes proporciones, escapado quizás de algún zoológico ambulante: su pelaje era blanco como la nieve, cosa que sin duda se debía a la calcinadora acción de una larga permanencia en el interior de los negros confines de las cavernas; y era también sorprendentemente escaso, y estaba ausente en casi todo el cuerpo, salvo de la cabeza; era allí abundante y tan largo que caía en profusión sobre los hombros. Tenía la cara vuelta del lado opuesto a donde estábamos, y la criatura yacía casi directamente sobre ella. La inclinación de los miembros era singular, aunque explicaba la alternancia en su uso que yo había advertido antes, por lo que la bestia avanzaba a veces a cuatro patas, y otras en sólo dos. De las puntas de sus dedos se extendían uñas largas, como de rata. Los pies no eran prensiles, hecho que atribuí a la larga residencia en la caverna que, como ya he dicho antes, parecía también la causa evidente de su blancura total y casi ultraterrena, tan característica de toda su anatomía. Parecía carecer de cola.
La respiración se había debilitado mucho, y el guía sacó su pistola con la clara intención de despachar a la criatura, cuando de súbito un sonido que ésta emitió hizo que el arma se le cayera de las manos sin ser usada. Resulta difícil describir la naturaleza de tal sonido. No tenía el tono normal de cualquier especie conocida de simios, y me pregunté si su cualidad extranatural no sería resultado de un silencio completo y continuado por largo tiempo, roto por la sensación de llegada de luz, que la bestia no debía de haber visto desde que entró por vez primera en la caverna. El sonido, que intentaré describir como una especie de parloteo en tono profundo, continuó débilmente.
Al mismo tiempo, un fugaz espasmo de energía pareció conmover el cuerpo del animal. Las garras hicieron un movimiento convulsivo, y los miembros se contrajeron. Con una convulsión del cuerpo rodó sobre sí mismo, de modo que la cara quedó vuelta hacia nosotros. Quedé por un momento tan petrificado de espanto por los ojos de esta manera revelados que no me apercibí de nada más. Eran negros aquellos ojos; de una negrura profunda en horrible contraste con la piel y el cabello de nívea blancura. Como los de las otras especies cavernícolas, estaban profundamente hundidos en sus órbitas y por completo desprovistos de iris. Cuando miré con mayor atención, vi que estaban enclavados en un rostro menos prognático que el de los monos corrientes, e infinitamente menos velludo. La nariz era prominente. Mientras contemplábamos la enigmática visión que se representaba a nuestros ojos, los gruesos labios se abrieron y varios sonidos emanaron de ellos, tras lo cual la cosa se sumió en el descanso de la muerte.
El guía se aferró a la manga de mi chaqueta y tembló con tal violencia que la luz se estremeció convulsivamente, proyectando en la pared fantasmagóricas sombras en movimiento.
Yo no me moví; me había quedado rígido, con los ojos llenos de horror, fijos en el suelo delante de mí.
El miedo me abandonó, y en su lugar se sucedieron los sentimientos de asombro, compasión y respeto; los sonidos que murmuró la criatura abatida que yacía entre las rocas calizas nos revelaron la tremenda verdad: la criatura que yo había matado, la extraña bestia de la cueva maldita, era -o había sido alguna vez- ¡¡¡UN HOMBRE!!!

H.P Lovecraft

Música: In the air tonight - Phil Collins

Seguimos en la senda musical… de mano de Phil Collins.




Azhaag

11.07.2007

Música: Santana & Chad Kroeger - Into the Night

Pufffff… Santana; qué más puedo decir…



Genial el dúo que hace con Chad Kroeger en esta canción.


Azhaag

11.02.2007

Relato: Y se fue con ella...¿te lo puedes creer?


Estando a tan solo un paso del epílogo de su vida, pensó en como había llegado a esta situación. Su esposa lo había dejado para irse con otra mujer, antes de eso, los chistes de lesbianas le hacían reír.
Había perdido su puesto de trabajo y cada mañana se levantaba un poco más borracho. Estaba resentido con el mundo, ahí tienen el motivo, por si alguien lo pregunta más adelante.

Forzó la puerta y entró. La elección fue casual.
Lo sorprendió leyendo sobre el sillón, le gustó la cara de terror que se dibujó en su rostro, le hizo sentirse cómodo y capaz. Le bastó un golpe para dejarlo inconsciente. No había nadie más en la casa. Lo tenía donde quería. Tumbado, inmóvil sobre el parqué.

¿Y ahora qué? Se preguntó. Improvisa, joder.
Lo desnudó, lo ató, y lo metió en la bañera. ¿Por qué en la bañera? Ni idea, lo había visto hacer en alguna película. En las películas las mujeres de esposos fieles también se van con otras tías, luego el gilipollas del esposo fiel pierde su empleo y se da a la bebida. Las películas no mentían.
Aguardó sentado junto a la bañera hasta que aquel hombre se levantó sobresaltado, consciente de la situación. Se agitó como si sufriera una convulsión, pataleó nervioso e intentó gritar a través del precinto que le amordazaba la boca.

Abrió el agua mientras el otro tío, que había comenzado a llorar, seguía moviéndose y contrayéndose intentando librarse de sus ataduras.

-Tienes una bañera enorme, amigo, la que tenemos mi esposa y yo no es ni la mitad de espaciosa. Tardará un rato en llenarse por completo, así que estate quieto, joder, y escucha mi historia, por favor.

La policía entró en el apartamento unas horas más tarde, los vecinos habían oído un disparo. Encontraron dos cadáveres, uno ahogado en la bañera y otro con los sesos salpicando un “rembrandt”.

Todos queremos contar nuestra historia.

Azhaag

11.01.2007

#01 - A pensar toca: Altruismo


Alguien muy sabio dijo que no hay libros malos (ni películas malas), solo malos lectores (y malos espectadores). Por que tanto leer como visionar una película es un arte en si mismo, y no todos saben hacerlo.
Hace cosa de unas horas salí del cine de ver Saw IV. Un espectador obtuso abandonaría la butaca del cine asqueado, y su primer comentario seria acerca de lo visceral que ha resultado el film, en lugar de entrever el significado oculto que encierran ciertas escenas.
Yo os voy a subrayar solo una, pues no es mi intención aburriros. Una que me ha parecido la definición más brutal de la palabra “altruismo”, dicha por el personaje Jig Saw (interpretado por Tobin Bell) a una de sus victimas.

“El bien y el mal no son secuenciales… Ladrones y embusteros roban y viven su vida entre riquezas… y las buenas personas que se paran en la autopista para ayudar a un coche averiado son arrolladas por un camión…”
[Saw IV]

Si hurgamos en la escena, en las palabras del personaje, entenderemos que no existe recompensa ni castigo divino, y mucho menos terrenal, por nuestras acciones. No existe un infierno para el pecador y un edén para el altruista como recompensa o castigo por la forma de vivir cada uno su vida.
He ahí la definición de altruismo, dicha por boca del “malo” de la película…


Azhaag

10.29.2007

Música, la más dificil de las artes


“El jarrón da forma al vacío y la música al silencio.”
George Braque


Siempre he tenido a la música como la más compleja de las artes, la más inalcanzable de cuantas hay. El escritor ante el folio en blanco no sentirá la misma turbación que experimentara el músico con el primer roce de sus dedos sobre la cuerda de la guitarra o sobre la tecla del piano. El escritor edifica con cada palabra la forma del todo que esta creando. Pudiendo comprobar antes de seguir la estabilidad que presenta cada párrafo, cada línea. Sustituyendo aquellas palabras que no tengan la forma adecuada y que priven de la estabilidad que ansía dotar a su obra. Es una pelea mano a mano con el folio en la cual esta permitido errar y dar un paso atrás para corregir dicho fallo. Las palabras quedan encadenadas en el papel, pudiendo ser liberadas, cambiadas, o por el contrario, dejarlas ahí por siempre. El caso es que son un todo, conforman algo visible, tangible, con una forma bien definida.
Pasa lo mismo con el pintor ante el lienzo, que tras cada pincelada va dando forma a su obra. En cambio el músico no puede contar con esto, cada nota tocada, cada acorde, bate sus alas y vuela para no volver nunca más, no existe el todo del que hablamos. Pues cada nota es libre y solo adquiere un significado con el eco de la anterior.
El músico no puede dar un paso atrás y contemplar su creación, es una pelea sin treguas ni descansos, donde el campo de batalla no es un folio o un lienzo en blanco, sino el silencio.


Paco de Lucia y Jan Akkerman, dandome la razón en lo escrito arriba.

Azhaag

10.28.2007

Álbum de fotos: Uno de los valientes soldados americanos...

Una de las muchas fotografías de las vejaciones que los soldados americanos cometen en Irak. Esta en concreto me hizo hervir la sangre por su grotesca planificación antes de dispararse el flash de la cámara.

La foto muestra a dos niños sonrientes, uno de ellos sostiene un trozo de cartón con un mensaje, el cual ignora al estar escrito en ingles. El texto dice lo siguiente:

“El soldado Boudreaux mató a mi padre y se fornicó a mi hermana.”

La rabia no me deja escribir nada al respecto, no obstante, creo que todo queda dicho…

Azhaag

Poesía: El Tigre, de William Blake


¿No os ha pasado nunca? ¿Que la lectura de un libro te lleva a otro que aparece reseñado en sus paginas? Recientemente acabe “El pintor de batallas”, de Arturo Pérez-Reverte, en el cual se habla largo y tendido sobre la “geometría y la simetría” de la guerra, y de repente, sin buscarlo, me tope de bruces con el poema “El Tigre”, de William Blake… el cual, quizás solo me da a mi esa sensación, habla de la misma simetría perfecta que en ocasiones emplea la muerte.

El Tigre

Tigre, tigre, que te enciendes en luz
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió
el fuego de tus ojos?¿Con qué alas osó elevarse?
¿Qué mano osó tomar ese fuego?

¿Y qué hombro, y qué arte
pudo tejer la nervadura de tu corazón?
Y al comenzar los latidos de tu corazón,
¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?

¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
¿En qué horno se templó tu cerebro?
¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron
sus mortales terrores dominar?

Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
y bañaron los cielos con sus lágrimas
¿sonrió al ver su obra?
¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?

Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
por los bosques de la noche
¿qué mano inmortal, qué ojo
osó idear tu terrible simetría?

William Blake

10.24.2007

Cine: El Joven Maestro (1980)

Puedo alardear, y de hecho alardeo, de poseer casi por completo (a excepción de un par de títulos) la filmografía de Jackie Chan.
La gente no tiende a apreciar lo valioso de la importancia de este hombre tanto dentro del cine de artes marciales como en el cine en general. Capaz de hilvanar cosas tan dispares como pueden resultar la violencia intrínseca de las artes marciales con el humor, y hacerlo como nadie más es capaz.
Es como si cogieramos a Charles Chaplin (ya que estoy alardeando, también tengo su filmografía completa… o casi) y le enfundáramos un kimono, o bien le diéramos una espada que blandir, y voila, obtenemos a Jackie Chan.
Ahí os dejo con un Jackie Chan bien joven, 26 años, en una de sus primeras películas como protagonista, “El joven maestro” (1980), en la que quizás sea la escena más emblemática del film, la cual muestra una elaboradísima coreografía dotada del humor que solo Chan sabe insuflar a sus películas.



Azhaag

10.21.2007

Tributo a Juan Antonio Cebrián

Se ha ido uno de los grandes divulgadores de España. Ha fallecido a causa de un infarto el periodista Juan Antonio Cebrián, a los 41 años de edad.
Me ha apenado mucho la perdida de este hombre, que desde hacia más de nueve temporadas les daba forma a las madrugadas presentando y dirigiendo al gran equipo que conforma el programa radiofónico “La rosa de los vientos”.
La radio ha perdido a uno de los mejores “tusitalas” que contaba en sus filas.
Esperamos que, de existir la otra orilla, sea capaz de encontrar respuesta a los cientos de interrogantes que desde su programa planteaba al mundo en las largas madrugadas.
























Juan Antonio Cebrián
Requiescat in Pace

10.17.2007

Artículo: Celles plus belles


“Creó la tierra y el cielo, la luz y el anochecer,
el agua del arroyuelo, y para mí corto entender,
creó al hombre primero y del hombre la mujer.”
“Va por ella”, de Ecos del Rocío.


Hoy quisiera hablaros de ellas, las mujeres por excelencia. “La costilla de Adán” según la farragosa Biblia, “la mitad del cielo”, para los árabes. O lo mejor del hombre, según el poeta Lope de Vega.
Son muchas y a la vez la misma. Son la madre que te brinda su apoyo como nadie lo hará jamás, la que esta contigo para auparte y protegerte cuando niño, la que aun te sigue mirando con dulzura desde el sillón mientras veis la televisión. Son tu hija, lo más bonito que has visto nunca, te dices, mientras ves como tu mujer la abraza por primera vez tras darla a luz. Son la esposa o la novia en la cual te amparas del mundo bajo la protección de su sonrisa.

Suelen ser el mejor motivo por el cual dar la vida. Los escritores lo han visto así desde siempre, basta con desempolvar los viejos clásicos para darse cuenta de que su presencia ha marcado al hombre de ayer y de hoy.
El extraviado Ulises evocaba el recuerdo de su amada Penélope para seguir con vida pese a los tormentos que le infringieron los dioses. Fue por la bella Helena por la que Troya ardió. No fueron las lanzas ni el dañino filo de mil espadas las que doblegaron a Sansón, sino el suave tacto de las caricias de Dalila. Sherezade burló a la muerte mirando a los ojos al rey Shahriar, mientras noche tras noche, endulzaba el oído del rey con sus historias.
Como lector insaciable, alcancé a ver desde joven la fascinación que encerraba la figura de la mujer en la literatura, y de muchas de ellas me enamoré entre página y página.
Algunas de ellas eran etéreas, casi insustanciales. Apenas un nombre entre tanta palabra escrita.

Tras leer decenas de veces el poema de Edgar Allan Poe, “El cuervo”, comprendí la pena y el llanto de aquel pobre infeliz, que sentado en su sillón, recibió una noche la visita de una criatura alada. Una que se posó sobre el busto de Palas Atenea para recordarle que nunca más volvería a ver a su querida Leonor.
Me recuesto un poco sobre la silla y miro hacia una de mis estanterías, allí, en un huequecito, se encuentra un libro, y en sus paginas yace otra gran mujer a la que amar con locura. Una por la que el príncipe de la noche, el vampiro por excelencia, el Conde Drácula, renunció a la eternidad por la vaga esperanza de una vida mortal junto a ella. Nina Harker, nacida de la pluma de Bran Stoker.
Si paseamos por mi tierra, Andalucía, en concreto por Sevilla, Bécquer nos jurara que un par de ojos verdes bastan para caer en el abismo, así lo demuestra en una de sus conocidas “Leyendas”.
Y es que son lo más grande que un hombre puede tener al lado, recordemos sino lo que la criatura del profesor Víctor Frankestein le exigió a su creador. Una mujer con la que perderse y esconderse del mundo. Hasta el monstruo de la escritora Mary Shelley responde con suplicas a la necesidad imperiosa de merecer vivir junto a una mujer. Una compañera, no necesitaba más para vivir por siempre alejado de todo.

Naveguemos por las páginas de otro gran libro. Los relatos que nos cuentan las aventuras de una de las mas brillantes mentes de la literatura, estoy hablando de la creación de sir Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes. La mente analítica, perfecta, el ojo entrenado, capaz de saberlo todo con un leve vistazo. El detective que se sacudía enojoso de las emociones humanas, incluida el amor, pero que sin embargo se vio impresionado ante la imponente presencia de la que más adelante calificaría como, “la mujer”. Aparece fugazmente en su relato “Escándalo en Bohemia”, la enigmática Irene Adler. Capaz de superar el ingenio del mismísimo Holmes, y por ello, con el alto concepto que el detective tiene de si mismo, dejarlo abrumado.
Da igual la historia que leas, o quien la escriba, ella siempre esta presente.

Mil nombres, mil rostros, mil amores, pero en el fondo es ella. En sus abrazos se esconde el mejor lecho, en sus besos se halla la mayor conquista, en sus gestos se entrevé la obra de un creador, de un artista inspirado.
Ella quizás se encuentre en el asiento de al lado del autobús en el que viajas de regreso a casa. En un tropiezo ocasional al volver una esquina. Quizás en la siguiente pagina.

Azhaag

Poesía: Oceanus, de Lovecraft

Volvemos a retomar uno de los géneros menos cultivados por el maestro del horror, y no por falta de talento precisamente. En esta poesía vuelve a entreverse la historia de los primigenios, y esos ocultos y terribles conocimientos que el insiste en no querer saber... ni contarnos.


OCEANUS

A veces me detengo en la orilla
Donde las penas vierten sus flujos,
Y las aguas turbulentas suspiran y se quejan
De secretos que no se atreven a contar.
Desde las simas profundas de valles sin nombres,
Y desde colinas y llanuras que ningún mortal conoce,
La mística marejada y el hosco oleaje
Sugieren como taumaturgos malditos
Un millar de horrores, henchidos por el temor
Que ya contemplaron épocas hace tiempo olvidadas.
¡Oh vientos salados que tristemente barréis
Las desnudas regiones abisales;
Oh pálidas olas salvajes, que recordáis
El caos que la Tierra ha dejado tras de sí;
Una sola cosa os pido:
¡Guardad por siempre oculto vuestro antiguo saber!


H.P Lovecraft

10.13.2007

Tributo a Bécquer

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), el genio nacido en la soleada Sevilla, conocido ante el mundo por ser el autor de las aclamadas “Rimas y Leyendas”, sin embargo, su talento no se limitaba a la poesía o a la prosa según he podido comprobar recientemente.
También era un diestro dibujante, en sus dibujos se puede apreciar ese halo fantasioso y romántico propio de su época.
Son muchas las ilustraciones que he podido encontrar, os pongo, las que a mi parecer, encajan más con la obra que todos conocemos de Bécquer.


Según me consta, estos dibujos fueron realizados en 1860 y, como podéis comprobar, muestran una cara desconocida del genio. Los nombres de los dibujos son:

-"El poeta y las musas."
-"Fausto."
-"Una extraña confesión."

Azhaag

10.09.2007

Música: The best of you, de The Foo-fighters

Tirando de diccionario concretamos que:

Y es que no se me ocurre otro calificativo con el que premiar a esta canción…
Sencillamente genial.




Azhaag

10.07.2007

Cuadernos de dibujo: En Transilvania, entre cruces y ajos

Daniel no logró encontrar trabajo en su tiempo. El ámbito laboral estaba fatal, por lo que decidió buscarlo en otra época valiéndose de su maquina del tiempo. Son pocos los que saben, de hecho, puede que tan solo yo este en posesión de esta información, que Daniel estuvo trabajando como becario del mismísimo Abraham Van Helsing. Si, así es, el archiconocido Doctor Abraham Van Helsing, el cazavampiros.
Su trabajo no era excesivamente fatigoso, que si sácale punta a estas estacas, que están un poco romas, que si haz una guirnalda de ajos que esta noche salimos de caza, que si haz inventario de crucifijos… lo típico que suele hacer un ayudante de cazavampiros.
Me contó que cierta noche, mientras bebía con el afable doctor en una ruinosa cantina de los Cárpatos, este le confió una historia que le heló la sangre. Le habló de una criatura que llevaba persiguiendo desde su juventud, la cual era la raíz del mal que desde años combatía todas las noches valiéndose de estacas, cruces y fe.
En vida se llamó Vlad Tepes, y fue príncipe de Valaquia, temido por su arrojo en la batalla y por su crueldad. Cuentan los cronistas que su esposa, al creer que su amado había muerto en combate, se suicido. Al volver el príncipe y enterarse de lo sucedido repudió a Dios y a la sagrada cruz por la que había estado luchando durante años. Su dolor fue incontenible, y murió de pena para volver a renacer convertido en una criatura de la noche, la primera de una gran estirpe, el patriarca. El vampiro.
Su nuevo nombre, al igual que él, nació con la noche, Drácula.

-Desde entonces le persigo, joven Daniel –le decía, apurando su cerveza.

Daniel insistió en que le dijera como era aquel ser, aquella criatura. Pues tenía intención de retratarlo.
Cuando regresó a su tiempo, el pergamino en el cual dibujó aquella horrible faz olía a ajo, pequeñas gotas de sangre manchaban algunos bordes y en la profunda mirada de aquel ser se alcanzaba a vislumbrar toda la magia que encerraba la oscura Transilvania.



























Azhaag&Espeton

Artículo: Granada a oscuras


“La noche es la mitad de la vida... y la mitad mejor.”
GOETHE


Hoy he hecho una cosa que hasta la fecha no había tenido ocasión de hacer, por un manojo de circunstancias me he visto en el centro de Granada a las cinco de la madrugada, y al mirar en derredor, nada de cuanto me rodeaba me resultaba familiar, pese a conocer mi ciudad a fondo, aquella que veía no era la Granada que acostumbraba a patearme arriba y abajo todos los días. Me la habían cambiado.

Apenas había coches circulando, y los pocos conductores que había en ese momento debían de estar muy ocupados intentando no dormirse sobre el volante como para hacer sonar el claxon, por lo que circulaban en sepulcral silencio. Aun era de noche, por supuesto, y con la ayuda de un cielo encapotado la ciudad se mostraba oscura, valiéndose aun de las farolas para alumbrar mis pasos a través de aquella extraña que, horas antes, tenia por mi Granada.
Me ajusto el cuello de la chaqueta y tapo mi rostro con la capucha, hace un frío tremendo. Mientras ando, hecho leves ojeadas a ambos lados, todavía no me he cruzado con nadie. Las calles que dentro de unas horas estarán atestadas de gente se me presentan desiertas, y sintiendo una extraña alegría, ando por ellas oyendo solo el eco de mis pasos.

A través de la niebla observo como alguien en el edificio de enfrente enciende la luz de su dormitorio, para un instante después, volver a apagarla. Sonrío al imaginarme la escena, esa persona adormilada que da a la luz, y como si de un autómata se tratase, mira casi sin abrir los ojos el reloj, alegrándose al comprobar que aun es demasiado temprano, puede seguir durmiendo, piensa, y complacido ante la idea vuelve a apagar la luz y a abrazar a la almohada o al cuerpo que yace junto a él aun dormido. Sigo andando por esta ciudad muerta hasta llegar a la parada del autobús. Tomo asiento y compruebo, levantándome un poco la capucha, que una chica me mira sin quitarme ojo desde la parada de enfrente.
Otra insomne, pienso. No aparta la mirada, y yo entro en el juego, y fijo la mía en ella.
Su gesto se tensa por momentos, mientras agarra su bolso. Parece asustada.
Entonces reparo en la situación; yo, un tío de pelo largo y encapuchado, con mi chaqueta raída, la cual me lleva pidiendo a gritos desde hace años que le conceda la jubilación, observando a una chica temblorosa en la parada de enfrente. Completamente solos en una calle vacía. La has asustado, capullo. No estaba flirteando contigo, sino mas bien sopesando entre la idea de salir corriendo o mantener el tipo ante la atenta mirada de un depravado. Ya que ante ella, a esas horas, es lo que le debo parecer.
Me levanto un poco más la capucha y le sonrío. Siempre he tenido sonrisa de bobalicón, demasiado inocente, es como si le gritara, tranquila, que no muerdo ¿O alguna vez has visto a un pitbull con esta sonrisa? No soy peligroso, corazón.
Me devuelve la sonrisa, aunque sin tenerlas todas consigo. Tras comprobar que no soy tan peligroso como pregona mi aspecto, parece que se relaja, y se calza un mp3 en las orejas.

Yo vuelvo a reparar en esta Granada. Miro sus calles, tan tranquilas, sin el alborozo de cientos de voces con algo que decir, y sin embargo, tan pocos oídos prestos a escuchar. Prefiero mil veces esta extraña, tan reservada, tan vacía de molestas y forzosas compañías. Dormida la encuentro mucho mas bella, ya que no tiene un buen despertar, al poco de desperezarse y abrir los ojos ante la luz de un nuevo día, comienza a rezumar gente y más gente por sus calles.
Es la gente, entonces, la que me jode la ecuación, pienso. Como esa “x” cortita de entendederas, que mira a su alrededor y se ve rodeada de números, y sin embargo, sigue sin poder moverse de donde esta. Sabe que no es su sitio, sabe que no tendría que estar ahí, pero la pobre no sabe a donde ir, pues, a diferencia de mi, ignora que la noche puede tornarse un refugio.

Azhaag

10.02.2007

Música: Goodbye, de Alicia Keys

Hay canciones que lo mecen a uno. Cierras los ojos y notas como te llevan en volandas.
Considero que esta es una de ellas…
"Goodbye", de la preciosa Alicia Keys.



"...cuando encuentras las palabras para decir adiós..."


Azhaag

9.27.2007

Relato: Tributo a Lewis Carroll

Charles Lutwidge Dodgson, no os suena ¿Verdad? En cambio si os digo que este prolífico hombre (lógico, matemático, profesor y escritor) empleaba el seudónimo de Lewis Carroll en sus obras, posiblemente la cosa cambie.
Mundialmente conocido por ser el padre de esa curiosa criatura llamada Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo.

Un libro bastante incomprendido para el público. Simplificado en cuento infantil, y por tanto, menospreciado y no muy tenido en cuenta. Los múltiples ensayos escritos sobre este libro arrojan mucha luz al respecto. A modo de síntesis, el paso de Alicia por el país de las maravillas, bien podría ser el camino que todo niño emprende en el mundo, un mundo que no comprende, y que sigue pareciendo de locos por mucho que ese niño, al que en algún momento de nuestra existencia hemos encarnado todos, crezca día a día.
A modo de anécdota, pero con la clara intención de haceros ver la magnitud y el alcance que ha tenido esta pequeña obra, deciros que en 1998 un ejemplar de la primera versión de Alicia en el país de las maravillas fue vendido por la friolera cifra de 1,5 millones de dólares, convirtiéndose de este modo en el “libro infantil” más caro jamás vendido.

El otro día una amiga me hizo llegar por e-mail una serie de ilustraciones de este libro, muy variadas entre si, pero respetando ese halo de locura que envuelve las aventuras de la niña Alicia. Así que aprovecho la ocasión, y mientras os las muestro, voy a colar furtivamente un diminuto capitulo de mi invención en la historia de Alicia, siempre y cuando lo tenga a bien el señor Carroll… parece que no dice nada, lo interpretaré como un “si, venga… puedes ponerlo”.
Os dejo con el…

Alicia en el país de las maravillas: La constelación de la Seta.

La niña Alicia, tras hablar con el gato con sonrisa y la sonrisa sin gato, emprendió su camino hacia ninguna parte, siguiendo las indicaciones que este le había dado, las cuales, después de pensarlo, no habían sido ningunas.
El camino hacia ninguna parte se hizo tan largo que le sorprendió la noche. Así que miro en derredor y se tumbó en el trozo de césped que le pareció más confortable, junto a un enorme árbol, uno que no roncaba demasiado en comparación al resto de árboles que alineaban el camino a ambos lados de aquel sendero.
A través de las ramas del árbol pudo ver como las estrellas danzaban en el cielo, en lugar de permanecer quietas. Parecían hormiguitas nerviosas, iban de un lado hacia otro, y a veces chocaban entre si. Parecían querer formar una figura.

-Todo esto es una locura… –musitó Alicia.

Las estrellas se pararon en seco y la miraron. Parecían ofendidas.

-Apenas llevamos dos días intentando lograr hacer la figura que hemos ensayado, no es nada fácil ¿Sabes? –le dijo una realmente enfadada. – ¿Tu podrías hacerlo mejor?

Alicia se levantó y miró hacia aquel grupo de estrellas, en concreto a la que la increpaba desde las alturas.

-Disculpa, no pretendía ofenderte –se excusó Alicia. – ¿Qué clase de figura intentáis hacer?

Alicia reparó en que le estaba haciendo una pregunta a una estrella. Aquello era una verdadera locura, aunque claro, en este sitio, abogar por la cordura si que era de locos.
-Ese es el problema. No nos ponemos de acuerdo. Aquella de allí esta empeñada en que hagamos una taza de té –dijo mientras señalaba a una de las estrellas. –Esta de mi lado insiste en que deberíamos hacer un paraguas, y yo creo que deberíamos hacer una osa.


-¿Cómo la constelación de la Osa Mayor? –preguntó Alicia, recordando sus breves escarfeos con la astronomía en sus clases.

-Ah ¿entonces ya hay una Osa Mayor? Vaya… me han copiado la idea. Bueno, probemos a hacer la del paraguas ¿Listas? Una…dos…y tres –las estrellitas corrieron a ocupar posiciones, y poco a poco una figura comenzó a cobrar forma en el cielo.

Alicia no pudo contener una sonrisita al observar el resultado.

-¿Qué tal? ¿Ha quedado bien? –preguntó la estrella.

-No se parece en nada a un paraguas –Alicia reflexionó un instante. –Parece más bien una seta.

Las estrellas cuchichearon entre ellas.
-Bueno, pues la constelación de la seta… No hay por ahí una constelación de la Seta Mayor, ¿verdad?
-No, no creo que la haya –dijo Alicia.

Las estrellitas sonrieron ante su triunfo, felicitándose unas a otras. Alicia volvió a tumbarse bajo el árbol que seguía durmiendo, mientras meneaba la cabeza ante lo absurdo de la situación.

-¡¡Oye!! –le llamó la estrella.

Alicia volvió a incorporarse nuevamente y levantó su vista hacia el cielo.

-Dime.

-¿Y que clase de constelación eres tú? –le preguntaron.

-Yo no soy una constelación, soy una niña –aclaró Alicia.

Las estrellas volvieron a cuchichear entre ellas.

-Una niña… una niña… -repetían algunas de ellas sorprendidas y extrañadas.

La portavoz de aquel grupo de estrellas volvió a hablar.

-Pues lo siento mucho, querida. Pero no te pareces en nada a una niña…

Azhaag

9.26.2007

Música: A la hora de amar, de Diego Martín




“…puedo reír al llorar, sin que se note que por dentro me esta matando hacerlo. Puedo ponerme a destrozar, a borrar cada recuerdo que me acerca a ti en soledad…”


Azhaag

9.25.2007

Desempolvando artículos: Arturo Pérez-Reverte


Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 25 de noviembre de 1951), es un novelista y periodista español. Desde el año 2003 es también miembro de la Real Academia Española de la lengua.

Sus textos a veces son corrosivos, casi parece que queman el papel.
Irónico, irreverente, vulgar y elegante a partes iguales… Si admira o ama algo te lo hará saber, si por lo contrario lo desprecia, arremeterá contra ello con la palabra presta, dispuesto a hacer el máximo daño posible.
Él es así, habla mirando a los ojos.
Convencido de si mismo y de los mensajes que cada domingo escribe, para él la verdad ha de doler siempre, debido a que es tangible.
Debido a que puede dejarte en el paro, sin familia o sin amigos, debido a que en la calle de al lado pueden violar a tu hija o apalizar a tu hijo… las medias tintas no le sirven.
Directo, y a la yugular.
Va a doler, si, pero solo por que es la pura y dura verdad…



Oye, chaval
(Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en "El Semanal" el 10 de Octubre de 1999)

Oye, chaval. Me dice tu hermana que estás cada vez más para allá, y que has perdido el curso, cacho cabrón. Y que encima te estás metiendo de todo. Y digo todo, colega. Alcohol y pastillas, y pastillas y alcohol, y dos paquetes diarios de tabaco a tus diecinueve tacos. Y que has dejado a tu novia, o en realidad es ella la que te ha dejado porque no te aguanta. Y que vuelves a las tantas saltándote semáforos en rojo con una castaña que te cagas, y que las broncas con tu viejo son de órdago, y que pasas de todo. Que pasas de verdad, con ojos de estar allí lejos sin la menor intención de darte de nuevo una vuelta por aquí en el resto de tu puta vida. Suponiendo, dice tu hermana, que te quede mucha puta vida por delante.
Dice que te diga algo, que me lees los domingos y me haces caso. No sé en qué carajo podrías hacerme caso tú a mí; pero si lo dice ella, que es la Bambi de la familia, sus motivos tendrá. En fin. Que te diga algo, escribe la pava, como si yo fuera la virgen de Lourdes. Y no sé qué decirte, la verdad. De finales felices me creo los justos, y la última varita mágica que vi la tenía clavada en el coño un hada a la que violaron en Sarajevo. No se si me explico.
Pero en fin. Me sentiría raro si hoy no te dedicara esta página. No por ti, que no te conozco, sino por la Bambi. Se quedaría decepcionada, y a lo mejor ya no se leía más novelas mías, ni soñaba con ligarse al padre Quart o a Lucas Corso. Así que mira, voy a decirte algo. Voy a decirte que acabo de apuntar que no te conozco, pero es mentira. No es difícil conocerte si uno mira alrededor, y se fija en el país en el que vives, y la tele que ves, y los perros que planifican tu vida y tu futuro, y los políticos a los que votan tu padre y tu madre. No es difícil si uno piensa en esa empresa donde estuviste trabajando este verano, y en el trabajo donde explotan a tu ex novia, y en la desesperación de tus amigos. No es difícil y me hago cargo, te lo juro. Esto es una mierda, y la palabra futuro es como para colgársela de los huevos. ¿Ves como en realidad si te conozco?
Hay, sin embargo, algo que puedo decirte. Estás aquí, en el mundo que te ha tocado. Sería estupendo que hubiera revoluciones por hacer y sueños por alcanzar, cosas que te pusieran caliente y con ganas de echarte a la calle. Pero sabes, o lo intuyes, que todas las revoluciones se hicieron, y una vez hechas se las apropiaron los de siempre. Que los buenos se quedan afuera, bajo la lluvia, y que esta película la ganan siempre los malos. Sé todo eso porque lo he visto, tío. Lo he visto en todas las lenguas y colores. Lo he visto allí y lo veo aquí. Y sé que las grandes aventuras colectivas, la solidaridad, los mecheritos, yupi, yupi, todo eso se fue a tomar por saco hace mucho tiempo.
Pero quedan cosas, te doy mi palabra. Cuando ya no son posibles los héroes solidarios, llega la vez de los héroes solitarios. A lo mejor, ahora que han muerto los dioses y los héroes con mayúscula, la salvación está en el heroísmo con minúscula. En el peón de ajedrez olvidado en un rincón del tablero que mira alrededor y ve al rey corrupto, a la reina hecha una zorra, al caballo de cartón y a la torre inmóvil, haciendo dinero. Pero el peón está allí de pie, en su frágil casilla. Y esa casilla se convierte de pronto en una razón para luchar, en una trinchera para resistir y abrigarse del frío que hace afuera. Esta es mi casilla, aquí estoy, aquí lucho. Aquí muero. Las armas dependen de cada uno. Amigos fieles, una mujer a la que amas, un sueño personal, una causa, un libro. Cómo reconforta, colega, mirar a un lado y ver en otra casilla a otro peón tan solo y asqueado como tú, pero que se mantiene erguido y, tal vez, tiene un libro en las manos. Hay aventuras maravillosas, vidas riquísimas, sueños increíbles que empezaron de la forma más tonta, con sólo pasar la primera página de un libro.
Ya sé que no es gran cosa, colega. No soluciona nada, y lo único que te permite es comprender. Pero eso no está nada mal. Me refiero a comprender que nacemos, vivimos y morimos en un mundo absurdo, que a lo más que podemos aspirar es a asumirlo mirándolo de frente, con el orgullo de quien se sabe peleando solo, hasta el final, solidario con aquellos otros peones que, como tú, libran su pequeña y pobre batalla en casillas olvidadas. Y al final descubres que no es tan grave. Los hombres vagan perdidos hace miles de años, y siempre fue la misma historia.
Lo único que los diferencia es como viven y cómo mueren.

Arturo Pérez-Reverte