Habíamos deshojado más calendarios de
los que podíamos contar, situándonos allende de fechas y números.
La sociedad se regía en el futuro
por la lógica de las máquinas, el sistema judicial se ceñía al
plan
que estas, en su casi total congnosciencia, sugirieron para atajar
problemas jurídicos. Dentro de las muchas reformas legales que
implementaron fue sustituir la pena de muerte por algo más eficaz.
Al culpable ya no se le quitaba la vida, el decomiso
en pago por su delito era ahora todo recuerdo de haber vivido. El
testimonio
de los ajusticiados tras el proceso no dejaba lugar a dudas,
aseguraban despertar de un sueño
cansados por haber vivido, pero vacíos, con el hueco de una vida
extirpada de cuajo. Las máquinas, verdaderas jueces de razón no
adulterada, insistían que era mejor arrebatar lo vivido que lo que
estaba por vivir, pues el mañana era un pago incierto.
Rubén M.C