Ocurrió sin más, los cabalistas y los religiosos histéricos decían que venían anunciándolo desde hacia siglos, pero la verdad es que ocurrió porque si, de un día para otro. No sonaron trompetas, no se vieron a los jinetes del Apocalipsis ni nada similar, simplemente, ocurrió… Los cadáveres se levantaban de sus tumbas, los infantes nacían muertos. Los pájaros se olvidaron de volar, quizá por que el cielo se volvió de un color rojo que los atemorizaba. El agua al beberla quemaba, y la arena calmaba la sed al sediento. Los árboles echaron a arder en combustión espontánea. Todo era una locura, anochecía y amanecía a un ritmo irregular, de una hora para otra o por espacio de varios días, salía y se escondía el sol. Por todas partes, en medio de las grandes urbes, el suelo se resquebrajaba dejando unas enormes grietas de las que a todas horas se oían quejidos lastimeros y desgarradores. Y yo, que había nacido mudo, podía ahora narrarte con una inigualable dicción esta inverosímil historia. De de un día para otro, me había convertido en el juglar que pregonaba de ciudad en ciudad la historia del fin del mundo.
Azhaag
10.19.2009
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2 comentarios:
Jaja, nunca se sabe qué puede pasar o cómo lo vamos a contar. Al final todos los maniáticos del orden y la perfección nos acabamos dando cuenta de que, nos guste o no, la vida va a hacer con nosotros lo que le dé la gana.
Por cierto, échale un ojo a ésto, seguro que te gusta.
http://sylverandsylver.blogspot.com/2009/10/me-basta-asi-angel-gonzalez.html
:)
Buena descripción, terrible...
Cuando el mundo acabe, será demasiado rápido para que nos demos cuenta realmente de que es el fin del mundo. Me lo imagino como quien cierra el telón de una gran obra de teatro.
Fin, hasta aqui llegó todo.
Buen micorrelato,
Laura
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