9.11.2009

Biblioteca: La Trilogía de Nueva York, de Paul Auster


Paul Auster, nacido en estados unidos en 1943, natural de Nueva Jersey. Poeta antes de escritor, ha llegado a trabajar incluso como guionista de cine. Su estilo, cuanto menos poco convencional, suele estar orientado hacia la novela negra. Sus tramas, ricas en matices y personajes, suelen estar pobladas de reminiscencias de otras de sus novelas: personajes de otras historias que se dejan caer por esta o aquella pagina, casualidades imposibles entrelazadas a la perfección y cuyo verdadero origen se encuentran en la vida real del propio Auster, finales abiertos que parecen dar pie a la trama de otros escritos… un verdadero malabarista.


La Trilogía de Nueva York es un tripartito de historias, aparentemente sin relación entre ellas, pero que sin embargo están unidas por un fino hilo que las hilvana como una sola. Ciudad de Cristal (1985), Fantasmas (1986) y La Habitación Cerrada (1986) forman en conjunto La Trilogía de Nueva York. Todas ellas pertenecen al género negro que tanto parece apasionarle a Auster. Historias que van desde detectives que sin serlo, por error, empiezan a ejercer como tales, metiéndose tan de lleno en el caso que acaban engullidos, presos en la espiral tan cerrada que este creara, llegando a olvidar incluso su propia identidad. Siendo este el argumento de Ciudad de Cristal, la cual, una vez alcanzado su final, dejara al lector con la sensación de que el libro que ha adquirido en su librería de costumbre le han de faltar un par de hojas, pues la naturaleza abrupta del desenlace lo deja a uno mitad enojado, mitad maravillado. En Fantasmas, la historia de detectives que persiguen a criminales por encargo adquiere una nueva dimensión que va más allá del género, alcanzando cotas metafísicas donde el protagonista de la historia se preguntara sobre el verdadero significado que implica el estigma de ser culpable en este juego de persecuciones. Y por ultimo, La Habitación Cerrada, a mi juicio, la mejor de las tres historias, flirtea con aspectos tan subyugantes como la fantasmal presencia del pasado que irrumpe sin avisar en el presente para causar solo tormento. La historia empieza con una llamada de la que a priori dice ser la esposa del amigo de nuestro protagonista. Esta le hace saber que su marido le dejo el encargo de que, en caso de ocurrirle algo, confiara todos sus manuscritos a su mejor amigo, nuestro protagonista. El cual lleva tanto tiempo alejado de su antigua vida y de esta lejana amistad que el encuentro con su pasado se le antojara de lo más perturbador. Una verdadera genialidad con la que Auster rubrica el final de su trilogía.


A nivel personal, Auster ha sido un grato descubrimiento. Y esta primera toma de contacto no ha hecho más que alentarme a buscar más títulos dentro de su prolífica obra. Sin lugar a dudas, volverá a aparecer en breve por aquí…






“Baudelaire: Il me semble que je serais toujours bien la oú je ne suis pas. En otras palabras: me parece que siempre seré feliz allí donde no estoy. O, más directamente: donde quiera que no estoy es donde soy yo mismo. O bien, cogiendo el toro por los cuernos: en cualquier parte fuera del mundo.”



“Dado que esta historia se basa directamente en hechos, el autor cree que es su deber no sobrepasar los limites de lo verificable, resistir a toda costa los peligros de la invención.”



“En ultima instancia, una vida no es mas que la suma de hechos contingentes, una crónica de intersecciones casuales, de azares, de sucesos fortuitos que no revelan nada mas que su propia falta de propósito.”



“Las historias solo le suceden a quienes son capaces de contarlas, había dicho alguien una vez. De la misma manera, quizá, las experiencias solo se presentaban a quienes eran capaz de tenerlas.”



“Llego un momento en que noté en que ya no estábamos empeñados en un combate, que las cosas se habían asentado entre nosotros. Al pensar ahora en ese momento, me tienta utilizar el lenguaje tradicional del amor. Deseo hablar con metáforas de calor, de fuego, de barreras que se derriten ante pasiones irresistibles. Soy consciente de lo ampulosos que pueden sonar estos términos, pero al final creo que son exactos. Todo había cambiado para mi, y palabras que nunca había comprendido, súbitamente empezaron a tener sentido. Aquello fue una revelación, y cuando tuve tiempo de absorberla, me pregunté como había podido vivir tanto tiempo sin aprender aquella sencilla verdad. No estoy hablando de deseo tanto como de conocimiento, del descubrimiento de que dos personas, a través del deseo, pueden crear algo más poderoso de lo que ninguna de ellas podría crear sola. Ese conocimiento me transformó, creo, he hizo que me sintiera más humano. Al pertenecer a Sophie, empecé a sentir como si perteneciera a todos los demás. Resultó que mi verdadero lugar en el mundo estaba más allá de mí mismo, y si estaba dentro de mí también era ilocalizable. Era el diminuto espacio entre el yo y el no yo, y por primera vez en mi vida vi esta nada como el centro exacto del mundo.”



“En un libro de Peter Freuchen que leí una vez, escribe Fanshawe, el famoso explorador del ártico cuenta que quedó atrapado por una tormenta de nieve en el norte de Groenlandia. Solo, con sus víveres disminuyendo, decidió construir un iglú y esperar a que amainara la tormenta. Pasaron muchos días. Temeroso, sobre todo, de ser atacado por los lobos –porque les oía merodear hambrientos junto al tejado de su iglú -, periódicamente salía fuera y cantaba a pleno pulmón para asustarlos. Pero el viento soplaba furiosamente, y por muy alto que cantase lo único que oía era el viento. Sin embargo, si bien éste era un problema grave, el problema del propio iglú era mucho mayor. Porque Freuchen empezó a notar que las paredes de su pequeño refugio iban gradualmente cerrándose sobre él. Debido a las peculiares condiciones atmosféricas en el exterior, su aliento literalmente congelaba las paredes y con cada respiración éstas se volvían más gruesas y el iglú se hacia más pequeño, hasta que finalmente casi no quedaba espacio para su cuerpo. Ciertamente es aterrador imaginar que tu propia respiración te va metiendo en un ataúd de hielo, en mi opinión, es considerablemente más angustioso que, digamos “El pozo y el péndulo” de Poe. Porque en este caso es el hombre mismo el agente de su destrucción y, además, el instrumento de esa destrucción es precisamente lo que necesitaba para mantenerse vivo. Porque ciertamente un hombre no puedo vivir si no respira. Pero al mismo tiempo no vivirá si respira. Curiosamente, no recuerdo como consiguió Freuchen escapar de aquella apurada situación. Pero no hace falta decir que escapó. El titulo del libro, si no recuerdo mal, es Aventura ártica. Hace muchos años que esta agotado.”



“Directamente detrás de mí estaba la cama, con la misma colcha de cuadros blancos y azules que yo recordaba. Aquella era la prueba tangible, los restos de un mundo muerto. Yo había entrado en el museo de mi propio pasado y lo que encontré casi me aplasta.”



“Deje que mi mente vagara sin propósito, esperando persuadirme de que aquella ociosidad era prueba de que estaba reuniendo fuerzas, señal de que algo estaba a punto de suceder. Durante más de un mes lo único que hice fue copiar pasajes de libros, uno de ellos, de Spinoza, lo clave en la pared: “Y cuando sueña que no quiere escribir, no tiene la capacidad de soñar que quiere escribir, y cuando sueña que quiere escribir, no tiene la capacidad de soñar que no quiere escribir.”



“Como ejemplos de escritura, las cartas de campo sobrepasan a todas las demás. A estas alturas, el ojo de Fanshawe, se ha vuelto increíblemente agudo, y uno intuye una nueva disponibilidad de las palabras dentro de él, como si la distancia entre ver y escribir se hubiera acortado, los dos actos son ahora casi idénticos. Parte de un mismo gesto ininterrumpido.”



Azhaag



1 comentario:

Hibris. dijo...

Solo he leído un par de libros de este autor, pero no la Trilogía que tu recomiendas. Tendré que hacerme con ella, pues los fragmentos que transcribes están realmente bien.

Gracias por compartirlo,

Hibris