9.27.2007

Relato: Tributo a Lewis Carroll

Charles Lutwidge Dodgson, no os suena ¿Verdad? En cambio si os digo que este prolífico hombre (lógico, matemático, profesor y escritor) empleaba el seudónimo de Lewis Carroll en sus obras, posiblemente la cosa cambie.
Mundialmente conocido por ser el padre de esa curiosa criatura llamada Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo.

Un libro bastante incomprendido para el público. Simplificado en cuento infantil, y por tanto, menospreciado y no muy tenido en cuenta. Los múltiples ensayos escritos sobre este libro arrojan mucha luz al respecto. A modo de síntesis, el paso de Alicia por el país de las maravillas, bien podría ser el camino que todo niño emprende en el mundo, un mundo que no comprende, y que sigue pareciendo de locos por mucho que ese niño, al que en algún momento de nuestra existencia hemos encarnado todos, crezca día a día.
A modo de anécdota, pero con la clara intención de haceros ver la magnitud y el alcance que ha tenido esta pequeña obra, deciros que en 1998 un ejemplar de la primera versión de Alicia en el país de las maravillas fue vendido por la friolera cifra de 1,5 millones de dólares, convirtiéndose de este modo en el “libro infantil” más caro jamás vendido.

El otro día una amiga me hizo llegar por e-mail una serie de ilustraciones de este libro, muy variadas entre si, pero respetando ese halo de locura que envuelve las aventuras de la niña Alicia. Así que aprovecho la ocasión, y mientras os las muestro, voy a colar furtivamente un diminuto capitulo de mi invención en la historia de Alicia, siempre y cuando lo tenga a bien el señor Carroll… parece que no dice nada, lo interpretaré como un “si, venga… puedes ponerlo”.
Os dejo con el…

Alicia en el país de las maravillas: La constelación de la Seta.

La niña Alicia, tras hablar con el gato con sonrisa y la sonrisa sin gato, emprendió su camino hacia ninguna parte, siguiendo las indicaciones que este le había dado, las cuales, después de pensarlo, no habían sido ningunas.
El camino hacia ninguna parte se hizo tan largo que le sorprendió la noche. Así que miro en derredor y se tumbó en el trozo de césped que le pareció más confortable, junto a un enorme árbol, uno que no roncaba demasiado en comparación al resto de árboles que alineaban el camino a ambos lados de aquel sendero.
A través de las ramas del árbol pudo ver como las estrellas danzaban en el cielo, en lugar de permanecer quietas. Parecían hormiguitas nerviosas, iban de un lado hacia otro, y a veces chocaban entre si. Parecían querer formar una figura.

-Todo esto es una locura… –musitó Alicia.

Las estrellas se pararon en seco y la miraron. Parecían ofendidas.

-Apenas llevamos dos días intentando lograr hacer la figura que hemos ensayado, no es nada fácil ¿Sabes? –le dijo una realmente enfadada. – ¿Tu podrías hacerlo mejor?

Alicia se levantó y miró hacia aquel grupo de estrellas, en concreto a la que la increpaba desde las alturas.

-Disculpa, no pretendía ofenderte –se excusó Alicia. – ¿Qué clase de figura intentáis hacer?

Alicia reparó en que le estaba haciendo una pregunta a una estrella. Aquello era una verdadera locura, aunque claro, en este sitio, abogar por la cordura si que era de locos.
-Ese es el problema. No nos ponemos de acuerdo. Aquella de allí esta empeñada en que hagamos una taza de té –dijo mientras señalaba a una de las estrellas. –Esta de mi lado insiste en que deberíamos hacer un paraguas, y yo creo que deberíamos hacer una osa.


-¿Cómo la constelación de la Osa Mayor? –preguntó Alicia, recordando sus breves escarfeos con la astronomía en sus clases.

-Ah ¿entonces ya hay una Osa Mayor? Vaya… me han copiado la idea. Bueno, probemos a hacer la del paraguas ¿Listas? Una…dos…y tres –las estrellitas corrieron a ocupar posiciones, y poco a poco una figura comenzó a cobrar forma en el cielo.

Alicia no pudo contener una sonrisita al observar el resultado.

-¿Qué tal? ¿Ha quedado bien? –preguntó la estrella.

-No se parece en nada a un paraguas –Alicia reflexionó un instante. –Parece más bien una seta.

Las estrellas cuchichearon entre ellas.
-Bueno, pues la constelación de la seta… No hay por ahí una constelación de la Seta Mayor, ¿verdad?
-No, no creo que la haya –dijo Alicia.

Las estrellitas sonrieron ante su triunfo, felicitándose unas a otras. Alicia volvió a tumbarse bajo el árbol que seguía durmiendo, mientras meneaba la cabeza ante lo absurdo de la situación.

-¡¡Oye!! –le llamó la estrella.

Alicia volvió a incorporarse nuevamente y levantó su vista hacia el cielo.

-Dime.

-¿Y que clase de constelación eres tú? –le preguntaron.

-Yo no soy una constelación, soy una niña –aclaró Alicia.

Las estrellas volvieron a cuchichear entre ellas.

-Una niña… una niña… -repetían algunas de ellas sorprendidas y extrañadas.

La portavoz de aquel grupo de estrellas volvió a hablar.

-Pues lo siento mucho, querida. Pero no te pareces en nada a una niña…

Azhaag

2 comentarios:

Hibris. dijo...

Qué curioso...hace dos días me hice con un libro de este autor: "El juego de la lógica" se llama. Y hoy me encuentro con esta entrada... :D

Cuando era más pequeña, la historia que lo hizo famoso: "Alicia en el país de las maravillas" no la leí sino que la vi en vídeo. Será por ello que no me gustó lo más mínimo.
Ahora, algo más mayorcita, me leeré el cuento a ver qué me parece.
El mundo al revés...

Seguramente Lewis Carroll está todo contento con tu historia, jeje, a mi me ha gustado.

Un beso.

Hibris

Azhaag dijo...

Qué curioso...hace dos días me hice con un libro de este autor: "El juego de la lógica" se llama. Y hoy me encuentro con esta entrada... :D

La casualidad no existe, solo la ilusion de la casualidad :P

Un beso gallega.

Azhaag