Estando a tan solo un paso del epílogo de su vida, pensó en como había llegado a esta situación. Su esposa lo había dejado para irse con otra mujer, antes de eso, los chistes de lesbianas le hacían reír.
Había perdido su puesto de trabajo y cada mañana se levantaba un poco más borracho. Estaba resentido con el mundo, ahí tienen el motivo, por si alguien lo pregunta más adelante.
Forzó la puerta y entró. La elección fue casual.
Forzó la puerta y entró. La elección fue casual.
Lo sorprendió leyendo sobre el sillón, le gustó la cara de terror que se dibujó en su rostro, le hizo sentirse cómodo y capaz. Le bastó un golpe para dejarlo inconsciente. No había nadie más en la casa. Lo tenía donde quería. Tumbado, inmóvil sobre el parqué.
¿Y ahora qué? Se preguntó. Improvisa, joder.
¿Y ahora qué? Se preguntó. Improvisa, joder.
Lo desnudó, lo ató, y lo metió en la bañera. ¿Por qué en la bañera? Ni idea, lo había visto hacer en alguna película. En las películas las mujeres de esposos fieles también se van con otras tías, luego el gilipollas del esposo fiel pierde su empleo y se da a la bebida. Las películas no mentían.
Aguardó sentado junto a la bañera hasta que aquel hombre se levantó sobresaltado, consciente de la situación. Se agitó como si sufriera una convulsión, pataleó nervioso e intentó gritar a través del precinto que le amordazaba la boca.
Abrió el agua mientras el otro tío, que había comenzado a llorar, seguía moviéndose y contrayéndose intentando librarse de sus ataduras.
-Tienes una bañera enorme, amigo, la que tenemos mi esposa y yo no es ni la mitad de espaciosa. Tardará un rato en llenarse por completo, así que estate quieto, joder, y escucha mi historia, por favor.
La policía entró en el apartamento unas horas más tarde, los vecinos habían oído un disparo. Encontraron dos cadáveres, uno ahogado en la bañera y otro con los sesos salpicando un “rembrandt”.
Todos queremos contar nuestra historia.
Aguardó sentado junto a la bañera hasta que aquel hombre se levantó sobresaltado, consciente de la situación. Se agitó como si sufriera una convulsión, pataleó nervioso e intentó gritar a través del precinto que le amordazaba la boca.
Abrió el agua mientras el otro tío, que había comenzado a llorar, seguía moviéndose y contrayéndose intentando librarse de sus ataduras.
-Tienes una bañera enorme, amigo, la que tenemos mi esposa y yo no es ni la mitad de espaciosa. Tardará un rato en llenarse por completo, así que estate quieto, joder, y escucha mi historia, por favor.
La policía entró en el apartamento unas horas más tarde, los vecinos habían oído un disparo. Encontraron dos cadáveres, uno ahogado en la bañera y otro con los sesos salpicando un “rembrandt”.
Todos queremos contar nuestra historia.
Azhaag
1 comentario:
Carai Rubén, tan impactante el relato como la imagen que lo acompaña. :)
Hibris
Publicar un comentario