4.16.2008

Artículo: Asesinos made in spain


“Y entonces, una vez que uno esta muerto ¿Qué pasa?
Lo cogen, lo detienen, lo encierran en la cárcel, y yo muerta,
y él en la cárcel. Y ya no hay más solución…
Declaración de Teresa de Macanás para la televisión.


A los asiduos al cine se les inculca de forma casi subliminal, entre palomita y sorbo de cocacola, que los asesinos más desalmados parecen solo operar en América. Películas tan aclamadas y celebres como “El silencio de los corderos”, o “La matanza de Texas”, por poner un ejemplo, dan a entender al espectador que tales baños de sangre suceden solo muy lejos de nuestra península. Vaya usted a saber porque, lo mismo es que aquí somos más civilizados, pensaran más de uno. Lo que se tiende a olvidar es que el único requisito para que en cualquier enclave del mundo se produzca un asesinato es la sola presencia del hombre. En la localidad de Santomera (Murcia), el pasado día 15 de abril del 2008 se produjo un hecho sin precedentes que ha dejado a la población muda, pues aseguran aun los residentes, nadie se podía imaginar lo acaecido allí. El reloj de la iglesia marcaba las nueve de la noche, y al son del toque de campanas alguien andaba sin rumbo por la plaza del pueblo. Era un muchacho conocido en la localidad por protagonizar diversos episodios de malos tratos hacia su madre, por los cuales incluso había sido detenido años atrás. Los vecinos decían que estaba algo “pallá”, y los diagnósticos médicos corroboraron esta observación definiéndola como esquizofrenia. Independientemente de cual fuese la opinión médica, los vecinos lo tenían claro, mantener las distancias con el hijo de Teresa era lo más aconsejable. Aquella noche se cruzó con varias personas, las cuales se limitaron a bajar la vista y apretar el paso. Iba sin camiseta, con aspecto desaliñado, y portando algo entre sus brazos. Una especie de fardo cubierto con trapos. Supongo que alguien con más redaños que los demás se paró un segundo a observar a su convecino, que seguía deambulando por las calles de Santomera. Y supongo también, pues los datos facilitados por la prensa y los medios son escuetos y clónicos cuando uno se pone a compararlos, que dicho individuo reparó en aquel fardo que el hijo de Teresa no apartaba de su pecho. Al acercarse a él con intención de ayudarle, se percataría de que aquel fardo cubierto con telas goteaba. Estaba dejando un bien definido reguero de lo que a priori parecía sangre.

-Es la cabeza de mi madre –dijo mientras cobijaba receloso entre sus brazos aquel fardo.

Supongo, otra vez, que alguien con iniciativa llamaría a las autoridades pertinentes. Que se personaron y cercaron al hijo de Teresa, que de nuevo, a la pregunta de que es lo que llevaba entre sus brazos, aquel joven respondió la misma locura.

-Es la cabeza de mi madre…la he matado, ahora esta callada –mientras bajando la mirada y acariciando aquel bulto, añadía. –Te quiero mucho.

Y efectivamente, aquello no era una broma macabra. Lo que parecía un reguero de sangre, lo era, y el bulto que se adivinaba bajo las telas era la cabeza cercenada de Teresa de Macanás de 56 años, y madre de aquel individuo enfermo de esquizofrenia.
Pero no se sorprendan, por favor, se que el hecho puede chocar de primeras por la violencia del mismo. Eso de decapitar es bastante más sucio y aparatoso que el liarse a puñaladas con la susodicha. Pero como les digo, no se sale de la normalidad, solo que en lugar de proyectarse en el celuloide, pues a pasado en la calle de alguien que bien podría haber sido la tuya. Si lo analizas fríamente, no es más que la cercanía del crimen la que te ha puesto nervioso, tanto te da que la victima haya sido decapitada, quemada a lo bonzo o ahogada en su bañera, lo que te inquieta de veras es que no haya sucedido en algún pueblucho yanqui como en las películas del cine. Y la gracia del asunto, la maldita ironía macabra que encierran estos episodios que acaban con el cadáver de una señora sobre un charco de sangre, es que la tragedia se venia anunciando desde hacia ya años. Teresa había acudido como ultimo recurso, y totalmente desesperada, a una cadena de televisión para exponer su caso, su día a día conviviendo con un hijo enfermo de esquizofrenia que la apalizaba hasta tal punto, que había llegado a temer incluso por su vida. Aquella señora demandó ante miles de espectadores una ayuda, para que la policía, o las instituciones psiquiatritas, o el responsable de turno tomara cartas en el asunto y la ayudasen a apartar a su hijo de su lado, el cual ya había sido detenido temporalmente acusado de malos tratos, y de nuevo, pensando quizás que una temporada en el calabozo cura la esquizofrenia, puesto en libertad y junto a su señora madre. Pues bien, el final era el anunciado por esta señora que vivía sintiendo próximo su fin. Lo único que espero es que, a los responsables de haber escuchado a esa mujer que entre lagrimas les pidió ayuda e hicieron oídos sordos, y manos incompetentes, no pasen una sola noche en la que no vean en sueños al hijo de Teresa paseando la cabeza de su madre mientras en lo alto del campanario replican campanas. Que no vuelvan a tener una noche tranquila en sus vidas, atormentados por el fantasma de lo que debieron hacer y no hicieron.


Azhaag

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Hibris. dijo...

Dos víctimas que fueron ignoradas...
Una lástima.

Hibris