4.13.2008

Articulo: Duro como el diamante, flexible como el bambú


Se flexible, pero no dócil.
Se firme, pero no severo.

Bruce Lee


De nuevo me encaro con el folio en blanco para acercaros un poco más a la filosofía del pequeño dragón, el genial Bruce Lee. De veras os digo que para mí supone un gran esfuerzo hacer tal cosa por distintos motivos, el primero es que el volumen de material a manejar es tan inmenso, tantos conceptos y matices engloban sus ideas, que pretender resumir, aunque sea una de las más pequeñas de sus anotaciones, supone un agotador ejercicio de síntesis para el cual no me veo en absoluto capacitado. Por otra parte esta la sincera admiración que siento por su figura, la cual, si no me pongo yo mismo algo de freno, me empujaría a que fuese cualquier cosa menos objetivo a la hora de escribir sobre él y sus ideas, por lo que, lo crean o no, escribir este articulo no supone para mi un plato de buen gusto en absoluto. No escribo relajado y de forma distendida como acostumbro, sino que me encolerizo ante el teclado, las palabras desaparecen cuando digo de buscarlas en mi cabeza, lo que vendría a ser un titubeo pero extrapolado a la escritura, y me siento presionado con la expectativa de hacer esto de la mejor forma posible para contentar a quien, como yo, siente un enorme respeto por la figura de Bruce. En fin, vamos allá… Dentro de sus muchos escritos, recapitulados de distintas formas en variadas antologías de artes marciales, hay uno en concreto que desde siempre me maravilló. Para Bruce, toda persona era un guerrero atrapado bajo diversas capas, sociedad, cultura, limitaciones propias e impuestas, pero que a la hora de la verdad, daba igual que dicho individuo fuera un artista marcial, una ama de casa, un banquero o una abogada, siempre se presentan en la vida, y bajo mil mascaras, situaciones en las que o luchas o mueres. O te yergues, o caes para no volver a levantarte jamás. Por lucha entendemos aquella que lleva a cabo todos los días la madre de dos hijos, cuyo marido se fue a por tabaco hace ya mas de cinco años, y que no duda en seguir levantándose por la mañana para pelear a brazo partido con el mundo por ella y por sus niños. La del padre de familia que es despedido con cincuenta y cinco años y se queda en la calle sin saber muy bien que hacer, sin saber hacia donde dirigirse, pues parece que le han arrebatado el norte, o la de la pareja joven e idealista de tortolitos que, tras quedarse ella embarazada, por esos bromas carentes de gracia que hace a veces el destino, su primer hijo nace tetrapléjico, sobrellevando el duro golpe que esto supone y haciendo malabares con las facturas de los cuidados especiales que tiene que recibir su hijo. Todas estas personas, que aquí en mi artículo no tienen cara ni nombre, en la vida real tienen hasta apellidos y numero del dni. Y todas son guerreros. Para Bruce, lo importante para elevarse por encima de los contratiempos era la capacidad de adaptación del individuo. Imaginen, me valdré de una cita del propio Bruce para ilustrar el ejemplo, que somos un corcho cabalgando por encima de las depresiones de las olas en un océano tormentoso. No hay ola capaz de hundirnos, por que nos valemos de su propia fuerza para volver a coronar su cresta. Debemos, lejos de sucumbir, limitarnos a plegarnos ante la adversidad. A fluir con ella, a ceder sin rompernos. Matizare aun más el ejemplo de cuan importante es la adaptación del guerrero para salir airoso de cualquier batalla. Cuando Bruce preparaba en agosto de 1972, la que seria su cuarta película, tenia bien claro lo que pretendía plasmar en pantalla. Recordemos que, como todos los actores supongo, al principio de su carrera Bruce carecía por completo de opinión y voto en sus primeros trabajos, pero que al consagrarse como una súper estrella en Hollywood, en esta su cuarta película, haría las veces de guionista, director y protagonista, es decir, veríamos todo cuanto quería mostrarnos Bruce sin intermediarios ni nadie por encima de él en la cadena de producción del film. Desgraciadamente Bruce murió poco antes de terminarse la película, quedando grabadas únicamente las escenas de acción de esta. Pero los esbozos e ideas sobre lo que querría enseñar en pantalla estaban ahí, bien a la vista. Bruce quería, dentro de la trama argumental de la película, mostrar una contienda a varios niveles. Una serie de enfrentamientos de él contra distintos practicantes de artes marciales, en los cuales, o bien se adaptaba al estilo de su contrincante, o moriría entablando combate. La acción de desarrollaría en el interior de una pagoda, y la pagoda tendría varias plantas, donde aguardaban sus oponentes. Bruce lo tenia claro, era un momento perfecto para enseñar al mundo el súmmun de su idea de la adaptación como facultad para sobrevivir en cualquier entorno. Había pensado incluso una escena inicial con la que mostraría al espectador, en un despliegue puramente poético, el principio básico de esta idea. La película daría comienzo con el primer plano de un hermoso paisaje, donde los árboles cubrirían el fondo, matizando el verde de sus copas con el azul oscuro del cielo. A los segundos se desataría una fuerte nevada, la cámara se adentraría hacia el bosque, como buscando refugio, deteniéndose junto a un majestuoso roble y un sauce. El sauce seria vapuleado por la tormenta, moviéndose por completo sus ramas y doblando su tronco por la acción del viento, mientras que el roble permanecería firme. De repente se oiría un fuerte crujido, y una pesada rama del roble, cubierta por entera de nieve, acabaría cediendo y precipitándose hacia el suelo. No pudiendo la rama soportar la presión que la nieve ejerce sobre ella acabaría rota. Entonces la cámara giraría hacia el sauce que se dobla por la fuerza del viento. Como el sauce es capaz de adaptarse a las condiciones del entorno consigue sobrevivir. Flexibilidad, adaptación y tenacidad parecen ser la piedra angular sobre la que Bruce daba a entender se asentaba la supervivencia del guerrero.
Por ello, creo que coincidiría conmigo Bruce al sentenciar que, si somos humildes como un corcho arrojado al mar, somos a la par imposibles de hundir. Si somos recios como el diamante pero al mismo tiempo flexibles como el bambú, nada puede quebrarnos, y si lejos de permanecer quietos y estancados, fluimos, seremos como el agua que corre eterna por el río sin llegar jamás a pudrirse.

Azhaag

2 comentarios:

Hibris. dijo...

Se escucha a menudo la perorata de que si no puedes adaptar el medio a ti, te adaptes tu al medio.
Aquellas personas que se dan con la cabeza contra la pared tratando de llevar a cabo la primera parte de la proposición, no caen en la cuenta de que con las manos rígidas jamás se podrá moldear el barro para convertirlo en un bonito jarrón.

Chapó por el artículo Rubén, me ha encantado leerlo. No podría estar más de acuerdo con lo que en él expones.
Oye...¿sabes si lo libros de Bruce Lee son fáciles de encontrar en librería?

Un saludo.
Hibris

Azhaag dijo...

Libros que recojan unicamente su filosofia, es decir, que prescindan de las artes marciales como tal y se centren en la filosofia detras de ellas, puedes intentar hacerte con "Be Water, my friend" de John Little, de la editorial La esfera de los libros. La inmensa mayoria de los libros de Bruce estan casi todos en ingles, la mayoria ha sido recapitulados por este autor, John Little, que viene a ser el biografo de Bruce, sin embargo, este titulo que te recomiendo ha salido recientemente, quiza aprovechando el resurgimiento de la figura de Bruce para los profanos en la materia tras aquel exitoso anuncio de automovil que se valia de la conocida frase "se como el agua...".

El libro no tiene desperdicio, tanto si te gustan las artes marciales como si no, ya que su nucleo principal es un acercamiento muy ameno a la filosofia oriental para la cual Bruce fue una especie de puente entre occidente y oriente, como ya hizo en su dia el escritor y filosofo Alan Watts, estoy convencido de que disfrutarias con su lectura.

Un beso.

Azhaag