Mago de Oz
Son las tres y cuarto de la mañana, según los creyentes esta es la hora del Diablo, elegida por él para hacer acto de aparición en la tierra (Jesucristo fue crucificado a las tres y cuarto del mediodía, en contraposición, las tres y cuarto de la madrugada es la hora del Diablo). Estoy solo en mi casa, afuera en la calle no se oye nada más que al aire aullando mientras intenta entrar por los cristales de mi habitación y el maullido de algún que otro gato sin ganas de dormir; llevo aproximadamente media hora viendo todo el material posible que guarde relación con los exorcismos practicado por la Iglesia. Casos ignorados por el publico en general y otros conocidos de sobra gracias al magnetismo del cine, como el de Anneliese Michel, llevado a la gran pantalla de forma verdaderamente espectacular (la película que recoge la historia de esta joven fue estrenada con el nombre de “El exorcismo de Emily Rose” (2005). La joven tras pasar por un verdadero tormento, acabó por fallecer, quizá por esto, este caso en particular, ha calado más hondo en la conciencia colectiva, ayudado sin duda por la película.
He buscado este ambiente y estas fotografías para que la sugestión haga de las suyas, para que mi habitación comience a poblarse de ruidos que me sobrecojan, y las sombras parezcan comenzar a moverse a mí alrededor. He moldeado este lóbrego ambiente sobrecargándolo de toda la farándula y el atrezo posible para intentar hacerme dudar de mis creencias. Edward Young dijo que en la noche, hasta un ateo cree en Dios, así que me he puesto a prueba. A mí y a mi razón. En el silencio de mi casa, ya que no voy a molestar a nadie, he cerrado la puerta de mi habitación, solo alumbrada por la luz justa para ver lo que escribo, y me he puesto los videos donde se recogen el audio de las grabaciones reales del exorcismo realizado a la joven Anneliese.
Gritos desgarradores que parecen no terminar, ni necesitar aire para seguir creciendo por momentos. Cambios drásticos en la modulación de la voz de la supuesta posesa, todo ello con un cliché de fotos horribles que muestra el deterioro de la joven mientras los gritos y los alaridos se van sucediendo.
No me concedo un momento de aliento, más videos, más fotos… ahora contemplo el video de un exorcismo en Irak. La joven tumbada sobre la moqueta, envuelta en telas blancas que cubren todo su cuerpo excepto su rostro. En todo lo que dura el video la joven no parpadea, tiene la mirada fija en la cámara. De fondo se oyen los rezos, al llegar a una parte en la cual las oraciones crecen en intensidad, la joven comienza a gritar y a convulsionarse. Sigo sin apartar la vista de la pantalla. Le suceden más videos, todo ellos igual de impactantes, exorcismos sucedidos en Turquía, Francia, España… Llega un momento en que, o bien Internet no tiene más material que ofrecerme, o yo no soy capaz de dar con el… sigo a oscuras, y mantengo en la pantalla la foto de Anneliese, seguirá ahí hasta que no llegue al punto final de este escrito.
Tumbada sobre su cama, con el rostro petrificado en la foto por un rictus de agonía. Quiero verla y que me mire mientras escribo esto.
Llega el momento de ponerme a prueba, de llegar a una deliberación tras haber contemplado todo esto ¿Qué es lo que has visto, Rubén? He visto a una joven convulsionarse, vomitar espumarajos, ladrar como si fuese un perro y gritar como una mala bestia. Tengo que pelar la cebolla, decaparla ¿Qué más has visto? He visto un ambiente religioso girar alrededor de ella, es por ello que la escena cobra sentido ante un exorcista. De producirse la misma escena en un psiquiátrico, el impacto seria considerablemente menor, pues con la ausencia de ese halo de religiosidad la escena es infinitamente menos dantesca, y esa escena es algo normal en los psiquiátricos de medio mundo. La diferencia es que unos se creen Napoleón y otros Belcebú.
Apago la lamparita que hasta hace un momento me daba luz, me valdré de la luminosidad del monitor, necesito sugestionarme más.
Minimizo la ventana y vuelvo a mirar a Annelise a los ojos. Sigue argumentando, me digo. El ser humano. El ser humano y su compleja psique. Los libros de psiquiatría rebosan de fobias y desordenes mentales, hay gente que se lava las manos tras tocar cualquier cosa, hay quien les tiene miedo a los botones o hay quien no soporta quedarse en una habitación cerrada.
Fobias comunes y no tan comunes ¿Cómo no considerar la religión como una fobia más, cuando desde siempre ha causado más pavor que esperanza? Se empeñan en que vea a un ser humano poseído por una deidad malévola, cuando no son capaces de hacerme ver al otro, al bueno de la película.
Vuelvo a mirar a Anneliese. Sus ojos sin brillo, las mejillas moradas de los golpes que ella misma se ha dado, su dentadura dañada de morder las paredes en pleno ataque de locura.
Sigo a oscuras. Ponte en situación, vedlo con sus ojos.
Estoy enfermo, loco, en mi casa me han inculcado desde crío una religión, una promesa de salvación. La ciencia ha quedado renegada a un segundo plano, eclipsada por la ancha sombra de Dios.
No comprendo mi enfermedad, ¿acaso hay algún loco que sea consciente de su locura?
La solución se presenta ante mí con un alzacuello blanco y un libro en las manos.
Me han convertido en un espejo durante años de adoctrinaje en el cual han reflejado sus propias creencias ¿Cómo no creerme bajo la influencia del maligno? Estímulo y respuesta. Es mero conductismo. Nadie puede mostrar la existencia de Dios, mostremos pues la del Diablo, la gente asociará la dicotomía del asunto; si existe el Diablo, ¿cómo no va a existir Dios?
Por mucho que se empeñe Edward Young, sigo a oscuras, y vuelvo a abrir la foto de Anneliese, y aun veo el rostro de una persona enferma, de una victima del fanatismo. Asesinada a base de padrenuestros y agua bendita.
Amén…
2 comentarios:
Menudo ambientazo has creado Rubén...me encantó leerte.
Nunca me había planteado la religión como una fobia, realmente encaja a la perfección en el perfil de éstos miedos irracionales.
Cuántas barbaridades se han cometido, y se cometen, sujetas al yugo de la religión y todo el teatro que la envuelve.
Terrible...
Chapó a tu entrada niño
Hibris
Oh, ¡buena ésta!
¡Malditos guías espirituales!
"No te preocupes por ellos —le decía a Dios— por... por... porque... todos son equi... equi... ¡eso es! equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones torci... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es!... apren-diste a escribir. ¡Los pobres locos —continuó ahogado por los sollozos— son tus fal... faltas de ortoorto... ortografía!"
Los renglones torcidos de Dios.
:)
Saludos.
Publicar un comentario